jueves, 17 de diciembre de 2009

Zaragoza, mirada ´hacia adentro´ 20091217

Los zaragozanos que se fueron a ponerle algún color a la cumbre del clima hablan y no paran de Copenhague: la ciudad de más alto nivel de vida de Europa, un frío que pela, uso común y habitual de la bicicleta y del transporte público, precios por las nubes, hábitos urbanos de alta sostenibilidad (control de emisiones, reciclaje de basura, atención especial a los recursos naturales), tenue iluminación nocturna para reducir el gasto de energía... Dinamarca tiene actualmente un gobierno de derechas pero su política medioambiental sigue siendo de las más avanzadas. Lo que allí es norma y ley aquí pertenece a los programas máximos de los ecologistas radicales. Copenhague es una capital casi perfecta. En cuanto el cambio climático atempere sus inviernos, caliente sus veranos y llene de sol sus atardeceres, aquello será la mundial. 

¿Cómo es posible que la ciudad danesa resulte tan fascinante y tan distinta de esta Zaragoza que celebró una Expo Internacional dedicada a la sostenibilidad y que hoy sigue siendo una urbe esencialmente insostenible? Supongo que habrá dos motivos para ello: la mentalidad (o la educación, si prefieren) y el dinero. El problema de nuestra amada Cesaraugusta es que no ha consolidado el carácter europeo y moderno que amagó entre 1909 y 1936, y que, por otra parte, durante decenios la especulación del suelo y la construcción de viviendas y equipamientos han sido El Negocio por antonomasia. La Expo podía haber sido el primer capítulo de una nueva historia, una historia distinta; pero... 

En Zaragoza hay cuarenta mil pisos vacíos y barrios perfectamente integrados en la trama urbana consolidada que se están convirtiendo en áreas cuasimarginales. Es necesaria una nueva estrategia destinada a recuperar la ciudad, ampliarla sólo lo imprescindible llenando huecos, disponer de pisos públicos donde realojar a los actuales habitantes de las manzanas más degradadas (muchas de las construidas en los barrios obreros durante los cincuenta y los sesenta) e iniciar una rehabilitación integral y global que incluya el derribo y reconstrucción de dichas manzanas. Hay que pensar Zaragoza mirándola hacia adentro porque seguir agregándole lejanos barrios-dormitorio no sólo es caro, insostenible e incómodo, sino que además constituye una estafa en toda regla a quienes, seducidos por el afán de tener vivienda propia, se van al lejano Sur a vivir sin equipamientos, esclavos del coche y debajo del pasillo aéreo. 

¿Quieren el señor alcalde y sus rutilantes consejeros hacer otra Expo dedicada al paisaje? Vale: monten jardines e invernaderos repartidos por toda la ciudad. Reverdezcan rincones y solares. Doten a los edificios de elementos que mejoren sus condiciones bioclimáticas. Favorezcan el uso de las energías alternativas. Sean valientes y europeos. ¡Venga! 

domingo, 12 de julio de 2009

Cuando los deseos se hacen realidad 20090712

Como la crisis pega donde pega, ahora resulta que no hay manera de vender los aparcamiento subterráneos en los barrios tradicionales de la capital aragonesa ni las viviendas protegidas en las nuevas ciudades-dormitorio de su periferia. Ambos bienes han sido reclamados durante lustros: un piso en propiedad, una plaza de garaje... He aquí el desideratum de miles de familias de clase media o media-baja. Pero cuando ya están ahí, al alcance de la mano, el personal se echa para atrás porque no tiene pasta, no le presta el banco, no termina de ver claro eso de ponerlas antes de que empiecen a construir o simplemente ha descubierto (mientras su bolita rodaba en los sorteos del Toc-toc) que irse a vivir al muy remoto Sur pagando veintitantos millones de pesetas por un pisito de setenta metros cuadrados no es plan. El Ayuntamiento de la Inmortal Ciudad viene trabajando a fecha de hoy con criterios de hace cuatro años y no le salen las jugadas. Natural.

Supongo que es preciso repensar Zaragoza. La huida hacia el exterior y la incapacidad para organizar adecuadamente el interior se están poniendo de manifiesto. En las nuevas áreas urbanizadas el vecindario se las apaña como puede, sin servicios, sin comercio de proximidad, incluso sin farmacias. Escolarizar a los críos es cada vez más complicado porque, cuando los colegios están hechos, o son insuficientes o las parejas en edad de procrear se están yendo para otro lado detrás de las VPO. Y sin embargo la fiebre recalificadora sigue abrasando a una Corporación que quiere lanzar suelo para miles y miles de nuevas viviendas mientras el Plan General de Ordenación Urbana vigente (¿vigente?) cede definitivamente por sus costuras y se convierte en un chiste. Alguien ha pensado que el parón económico de hoy en día es sólo un fenómeno coyuntural y que es preciso preparar el terreno (nunca mejor dicho) para que los grandes señores del solar dispongan de materia prima realizable así que corra otra vez la pasta. Aviados estamos.

Últimamente la realidad se está poniendo terca. La muy borde le ha metido el miedo en el cuerpo al personal de a pie y no cesa de poner en evidencia nuestros sueños y deseos. Es lo mismo que ocurre (dejando por un momento la esfera local) con el barullo de la financiación autonómica: que Aragón se ha quedado como siempre en el pelotón de las buenas palabras. En el Pignatelli están muy contentos (aunque Biel se hacía el respondón, como corresponde) porque después de haber vendido la última reforma del Estatuto como la octava maravilla del universo no sería lógico reconocer que su palmaria inconcreción siempre nos dejará flotando en el éter de la buena voluntad (del Gobierno central, se entiende). Ya se sabe: los sueños, sueños son.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/domingo 12.07.2009

sábado, 11 de julio de 2009

Los muy flexibles límites de la ética 20090711

A las gentes de orden les fastidia cuando hablo de lo que está pasando en la Comunidad de Valencia. Lo comprendo. Pero es allí, en el Levante, donde en estos momentos se están fijando los límites últimos de la ética política. Y es allí donde además se comprueba que dichos límites no sólo afectan a los cargos públicos sino que actúan también en el conjunto de la ciudadanía. El revelador (y hasta ahora exitoso) trajín argumental que se llevan quienes justifican los trajes a la medida y los consideran un regalito sin importancia sólo puede encajar en una sociedad trabajada previamente por la economía sumergida, el clientelismo, la chapuza económica y el todo vale con tal de pillarla. Así de claro.

Asusta que Valencia dicte la pauta. Porque en Aragón y otros lugares hay jefes y súbditos que no le hacen ascos al ejemplo levantino. Creen que allí se está cociendo el nuevo Sistema postindustrial y postmoderno fundamentado en la destrucción de los recursos naturales, el hormigón y el ladrillo, los grandes fastos pagados con dinero público, la privatización de los servicios, el control informativo y un optimismo estructural capaz de confundir con oro puro lo que sólo está pintado de purpurina. Les parece maravilloso.

Hay que tener mucha jeta para equiparar el simple detalle (sean unas botellas de vino, un jamón o una lata de anchoas) con el regalo personalizado. Hay que relajar sobremanera la ética y la estética para afirmar que no tiene importancia el que te paguen (presuntamente) la ropa quienes luego contratan con la entidad o la institución que representas. "Todos lo hacen", afirma muy oronda doña Rita. Debería decir todos... los sinvergüenzas.

Cuando era alcalde de Zaragoza Antonio González Triviño le regalaron para Navidad varios relojes, entre ellos un Patek Philippe que debía costar entonces un millón de pelas. Se lo quedó, claro. O sea, que en vez de devolver el tremendo obsequio devolvió el favor. Me imagino cómo. Pero entonces aquello estaba muy mal visto. Si lo de Valencia no se aclara como es debido habremos pasado al siguiente nivel: y no pasa nada, oye. ¿Cual será el límite a partir de ese momento?

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/sábado 11.07.2009

viernes, 10 de julio de 2009

Sodemasa y las leyendas del Pignatelli 20090710

Todo parece irreal en la Ínsula Barataria. El mismo Pignatelli, epicentro del poder institucional, abunda en invenciones y mitos, en rumores y sustos, en filtraciones e intoxicaciones. Llega un momento en el que ya no sabes si lo que se cuenta por ahí es imaginación o una verdad como un templo.

Pese a todo, quien suscribe no puede sino considerar pura leyenda los extravagantes relatos sobre las contrataciones efectuadas por Sodemasa (entidad integrada en la estructura de la Consejería de Medio Ambiente). Me aferro a tal idea mientras me susurran las respectivas historias de Marcelo y Aida. Cuentan que el primero vino a la Tierra Noble tras conocer (al parecer por internet) a una señora que es cuadro del PAR y directora general en el propio Gobierno aragonés. Fue llegar y pillar cacho en Sodemasa, aunque nadie podía precisar qué excepcionales facultades habían motivado su transatlántica contratación. El otro sucedido todavía resulta más alucinante. Aída sería una exactriz de revista colocada en la sociedad pública por mor de su amistad con un alto cargo de la consejería antes citada. En ambos casos los relatos abundan en delirantes detalles, que les ahorro (de momento). La cosa es tan tremenda que prefiero afrontarla desde la incredulidad. No puede ser.

Porque si diese por ciertos los dos casos citados también habría de admitir el del jardinero reconvertido en experto asesor de Boné, la tremebunda saga de la Fundación Desarrollo Social, el affaire del abogado que cobra en Sodemasa... y trabaja en la sede del PAR, los interminables listados de los familiares de dirigentes regionalistas (y también del PSOE) que se llevan su parte, la enooorme casualidad por la cual muchos coordinadores forestales o de las reservas de caza son notorios afiliados a los partidos que gobiernan Aragón.

Todo han de ser leyendas, maledicencias, rumores infundados. Cabe que haya algunos alcaldes y gentes de los aparatos partidarios colocados aquí o allá para que se ganen un sueldo mientras ejercen en lo suyo, pero ese desgüeve que describe Radio Macuto (y claman en el desierto los portavoces de CHA) es sin duda una mitificación, un frenesí. ¡A quién se le ocurre!

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/viernes 10.07.2009