viernes, 7 de octubre de 2016

Un país surreal... e incomprensible 20161007

Emociona oír las alabanzas que portavoces del PP y analistas de derechas dedican a la nueva Gestora del PSOE, a su mentora, ese pedazo de mujer de Estado llamada Susana Díaz, y a su presidente, Javier Fernández, luz asturiana que ilumina a España entera. Columnistas del ABC y La Razón entran en trance al glosar las esencias socialdemócratas, cuyo tarro han destapado, por fin, los socialistas «de verdad». Felipe González ya no es Míster X. Alfonso Guerra ha sido beatificado. José Luis Corcuera se ha convertido en uno de los suyos. Un día de estos perdonarán a José Luis Rodríguez Zapatero.

Al margen de lo que este fenómeno significa, el entusiasmo filosociata de los más conservadores encaja con la displicencia de Mariano Rajoy, quien parece dispuesto a aceptar la neutralidad favorable del PSOE «oficial» (el que se disfrazó de «crítico» para no infundir sospechas)... a cambio de nada. Ya sabe él, como sabe todo el mundo, que si le franquean el retorno a un Ejecutivo que jamás abandonó, los socialistas se convierten en rehenes de la gobernabilidad del país. Eso de situarse en la oposición dura y condicionar al futuro Gabinete no fue una opción ni antes (cuando Pedro Sánchez buscaba una salida imposible) ni mucho menos ahora.

No hay quien entienda este berenjenal. Por eso gran parte de la ciudadanía está out. Por eso el PP se atreve e pedir en el juicio de la Gürtel la anulación del proceso por «contaminación de las pruebas». Por eso los de las tarjetas black se encaran con el fiscal y le leen la cartilla. Por eso, en Podemos, mientras discuten de sus cosas, no acaban de saber si esta es la hora de reír o de ponerse serios. Por eso nuestro Javier Lambán se debate en la duda (y la deuda) existencial permanente. Por eso, en Zaragoza, la socialdemocracia «verdadera» defiende con uñas y dientes la privatización de los servicios (adjudicados, como debe ser, a empresas amigas). Por eso Pablo Echenique sigue siendo un físico profesional pero un político aficionado. Por eso Aragón está en estado de hibernación estratégica. Lo flipas. 

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