viernes, 29 de julio de 2016

Podemos, en la guerra de trincheras 20160729

Se da por hecho que Podemos ha consumido su vertiginosa etapa de guerra relámpago. Tras avances inverosímiles y conquistas espectaculares (en términos relativos), el impulso inicial se ha ido evaporando, y ahora llega el momento de estabilizarse, de calcular cada movimiento, de reflexionar sobre el fracaso (también relativo) cosechado en la última batalla, de cavar trincheras y elaborar estrategias a medio y largo plazo. Porque ni el poder ni el cielo se toman ya al asalto. Errejón lo ha dicho muy bien: el nuevo partido precisa consolidar una estructura funcional y sobre todo ofrecer a los votantes credibilidad y confianza. Ha de convencer a la gente de su capacidad para actuar coherentemente y gobernar las instituciones con eficiencia. Esa es la asignatura pendiente, y ese es el motivo por el cual más de un millón de electores propios se esfumaron, justo cuando los augurios parecían inmejorables. Que una cosa es emitir sufragios-protesta (como los destinados antaño a Izquierda Unida) sabiendo que no pasarán del mero testimonio, y otra poner a Iglesias de presidente del gobierno y a Garzón de ministro de Economía y Hacienda.

Podemos permanece al margen de la última contienda que agita la hipotética investidura de Rajoy. El partido, sus confluencia y sus aliados más o menos circunstanciales han sido reconocidos por los demás actores políticos como enemigos irreconciliables. El PP les aborrece. El PSOE les ve como peligrosos competidores. Ciudadanos les envidia. Los nacionalistas les temen... Todos esperan que fracasen. Y no digamos los poderes fácticos.

Afrontar tal situación así exige habilidad, clarividencia, modestia, empatía, conocimiento... Más cuando ya no se avanza impetuosamente, sino que es preciso pisar tierra y hablar de la realidad con personas reales. Entonces no basta con utilizar las miserias y errores ajenos como única ventaja. Hay que explicar cómo se pueden resolver los problemas del conjunto de la ciudadanía (sólo así se ganan las mayorías necesarias) y hay que equilibrar las críticas al sistema... con el hecho de tener un cuidador sin contrato ni Seguridad Social. Es otra guerra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario