domingo, 30 de octubre de 2011

Gran Scala, Arcosur y los demás horrores 20111030

Perturba ver cómo se van cumpliendo lo peores augurios. Aunque, bueno, tampoco se trataba de augurios mejores o peores, sino fundamentados, o no, en el realismo y la simple lógica. Advertir anticipadamente que Gran Scala era una quimera montada por cuatro aventureros, prever la insostenibilidad de Arcosur (veintitantos mil nuevos pisos en una Zaragoza que carga ya con treinta mil viviendas vacías) o anunciar que el aeropuerto de Huesca iba a ser una inversión inútil y costosa nunca supuso ningún superpoder anticipatorio; tan sólo un mínimo de sentido común. Pero en estos momentos, cuando la crisis aprieta y se lleva por delante los proyectos de cartón piedra, la cuestión no es tanto poner en valor aquellas profecías como aprender de los errores, reconocer las meteduras de pata, catalogar los monstruos fabricados a precio de oro y cambiar los criterios que nos han llevado a coleccionar despilfarros, esfuerzos inútiles... y frustraciones. Aunque no, no es eso lo que está ocurriendo. Sería mucho pedir.

Ver a la presidenta Rudi empeñada en sacarle jugo al tema de la TCP resulta un tanto deprimente. Porque ni la UE ni España están ahora (ni lo estarán en un futuro próximo) para asumir el coste de un túnel de más de cuarenta kilómetros a través del Pirineo. Y lo mismo da que la obra aparezca o deje de aparecer en la lista de las redes transeuropeas. Ya estuvo, ¿y para qué sirvió?

Alarma ver a los nuevos gobernantes de Aragón engancharse a las fantasías habituales, recuperándolas con un denuedo alucinante. Como el consejero de Nuevas Tecnologías, que el otro día se lanzó alegremente a proclamar que Walqa tendrá tal impacto sobre el ámbito global del I+D+i que contribuirá a dinamizar ¡el aeropuerto de Huesca-Pirineos! ¿Sabe mi amigo Modesto Lobón qué es exactamente Walqa? Porque allí, y siento decirlo, la investigación y el desarrollo existen en dosis muy menores. Hay instalados programas y servicios de naturaleza pública, contratistas de la propia DGA y varios teleoperadores. Pero chicha científico-técnica más bien poquita. El flamante polígono oscense tiene más de fachada que de otra cosa. Es como el parque empresarial de Motorland: una entelequia apenas disfrazada.

Los nuevos jefes conservadores (con la impagable ayuda del PAR) se han apuntado a recrearse en el Aragón virtual y a procesar los fracasos (sus fracasos) por la vía del victimismo. Gran Scala, presentada hace cuatro años a bombo, platillo y gran orquesta, se ha esfumado sin apenas ruido, sin que ninguno de sus mentores (empezando por Biel) haya tenido a bien darse por aludido. Siempre ha sido así: anuncios rimbombantes, grandes titulares, enorme mogollón político y social... y al final silencio. Tranquilos, pronto nos embarcaremos en nuevos episodios fantásticos. Es lo nuestro.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/domingo 30.10.2011

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