lunes, 2 de enero de 2012

Empezar el año sin desesperarse 20120102

Mis amigos de la Fundación Ecología y Desarrollo han hecho unas felicitaciones electrónicas donde avisan de que el futuro está determinado por el estado de ánimo de cada cual. Algo que es cierto... en parte. Porque la vida sigue las locas reglas del azar y muchos de los acontecimientos que nos afectan se producen con independencia de nuestra voluntad. Tengan por seguro que Iñaki Urdangarín, el yerno de Su Majestad, no pensaba hace unos meses que estas Navidades iban a ser tan jodidas (para él). Jamás imaginó, mientras se mecía en la dulce sensación que produce la impunidad, que un juez, un inspector de Hacienda y un fiscal empezarían poniendo bajo la lupa el velódromo de Palma de Mallorca (obra de aquel profeta del trasvase llamado Jaume Matas) y acabarían tropezándose con él, que ya se creía a salvo en Washington por obra y gracia de la autoridad real y la generosidad de Telefónica. En cuanto a las sensaciones que embargaban al exministro Blanco mientras iba tan campante a la famosa cita de la gasolinera, ya ma dirán ustedes. ¿Barruntaba la eminencia gris de Zapatero que aquel mal paso le acabaría produciendo tan enormes quebraderos de cabeza? Seguro que no.

Somos hojas en la tormenta y dependemos de la loca suerte. Por la misma regla de tres te toca la lotería (que se lo pregunten a los del Gordo de Navidad) o te diagnostican cualquier enfermedad borde. No es cuestión de mérito o demérito, sino de los caprichos de la diosa Fortuna. Aunque sea indudable que dicha deidad adquiere a veces encarnadura humana, y podría decirse, por ejemplo, que Biel dirige hacia el éxito los pasos de sus compañeros (al menos de algunos de ellos). Como muestra, ahí están Aliaga y Gasión, sobre quienes derrama su jefe mercedes y nombramientos mientras la bandera de Aragón ondea al viento.

En todo caso es bueno entrar en el 2012 con el mejor estado de ánimo. Este año va a exigirnos un optimismo a prueba de bombas. Y lo mejor será empezarlo a tope, que para perder gas afrontando la dura realidad siempre tendremos ocasión. Ya saben: al mal tiempo, buena cara. Que se lo cuenten a Urdangarín.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/lunes 02.01.2012

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