lunes, 16 de enero de 2012

Otra manera de afrontar la crisis 20120116

Hay dos formas de encarar la situación: o imponiendo el interés común, o dándoselo todo a los que mueven los hilos (y no me refiero sólo a los políticos con mando en plaza, sino a los que hacen caja por detrás de ellos). La crisis ha derivado en una descarada lucha de clases donde la iniciativa pertenece al capital financiero y a sus servidores. Están ganando. Reciben dinero del Banco Central Europeo al uno por ciento de interés y pueden invertirlo en deuda pública o privada obteniendo rendimientos de cuatro, cinco o más puntos porcentuales. Promueven alegremente el desplome de los derechos laborales, la privatización de los servicios esenciales, la recuperación de riqueza mediante contrarreformas fiscales, la sustitución de la economía productiva por la especulación... Todo ello en nombre del equilibrio presupuestario, la libre iniciativa, la racionalización del gasto. Prometen recuperación y lo que traen bajo el brazo es recesión. Han llenado nuestro futuro de sombras. Son los dueños del destino colectivo, y su argumentario se erige hoy en pensamiento único, la ortodoxia.

Hay otras maneras, por supuesto, de afrontar la crisis. Reglamentando e interviniendo la actividad financiera. Reorganizando, ampliando y dotando de mayor eficacia al sector público en vez de desmontarlo. Recuperando los mecanismos de redistribución de la riqueza. Apoyando la economía productiva. Saneando las instituciones y la actividad política mediante mecanismos de control. Revisando drásticamente la distribución del gasto público. Imponiendo una disciplina fiscal que acabe con el fraude y el cachondeo (¿o habremos de seguir creyendo que los asalariados ganan más que los empresarios?, ¿o resultará que serán quienes cumplen con Hacienda los que, además, tengan que comerse enteritos los copagos que están al caer?).

España debe homologarse con esos países de Europa que admiramos (Alemanía, Holanda, Dinamarca), donde el salario mínimo es el doble que el de aquí y la economía sumergida apenas existe. Si no, vamos a retroceder hasta el fondo de nuestras cavernas históricas: un país de sol, playa, subdesarrollo industrial... y emigrantes.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/lunes 16.01.2012

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