viernes, 24 de enero de 2014

Buscando el significado de las palabras 20140124

Las palabras son cañas huecas que cada cual rellena a voluntad. Y lo que significan puede ser una cosa... o su contraria. Escuchen y lean las noticias y comentarios relativos a la EPA del último trimestre del 2003. El Gobierno y el PP venden una reducción del paro (provocada obviamente por el retroceso que experimenta la población activa) mientras olvidan con alegría que se sigue destruyendo empleo. Desde que gobierna la derecha han desaparecido un millón de puestos de trabajo. Un éxito, según la vicepresidenta Soraya. ¿Qué es un éxito? ¿Qué se quiere decir al afirmar que la reforma laboral "ha cumplido sus objetivos"?

Discutimos sobre las primarias. Pero este es un término polisémico. Puede denominar el paripé ejecutado por el aparato de un partido para dar un aire participativo a la designación de sus candidatos... O para describir un proceso de participación real que seleccione esos candidatos a partir de la movilización popular. A elegir.

Se oye hablar de recuperación, de asegurar los servicios sociales y las pensiones (¡buena se quedó mi tía al enterarse de que solo le suben el 0,25%), de regularizar el crédito, de flexibilidad laboral, de presupuestos expansivos... Bla, bla, bla. Las Cortes aragonesas acaban de aprobar las cuentas para el 2014. Pero de las del 2013 no se ejecutó ni la mitad de la inversión prevista. Así que las cifras debatidas en el parlamento autónomo son tan tramposas como las letras de los discursos que las han defendido.

Una amiga mía suele decir que los primeros combates de toda batalla política se libran por el control de las palabras. Me temo, sin embargo, que ya no merece la pena esa lucha. El comunismo es capitalismo salvaje en China. La lucha contra la corrupción la dirigen los corruptos. Los que se dicen liberales se dedican a saquear los estados con la complicidad de los políticos. En Aragón, los presupuestos son una broma, el paro avanza y los servicios están tan de pena que ayer incluso el letrero del Clínico de Zaragoza se vino abajo machacando a quienes pasaban por allí. Pero en el Pignatelli estaban felices. A ellos, todo esto les sonaba a gloria. 

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