jueves, 2 de enero de 2014

Esa obsesión por pasar a la historia 20140102

Leo las últimas declaraciones de Biel y percibo en ellas la extraordinaria pulsión que arrebata a todos los personajes públicos: el deseo de pasar a la Historia. Retirarse con honor, verse envuelto en homenajes, mecerse en el reconocimiento ajeno y dejar una obra imperecedera son las aspiraciones de cualquier mujer y hombre de Estado, aunque sea a escala regional o local. En el pasado, cuando gobernar era un privilegio reservado sólo a quienes estaban ungidos por la gracia de Dios (o del Rey o del Caudillo), un presidente de diputación provincial, un alcalde o cualquier cacique comarcal tenían asegurado el admirado recuerdo de sus administrados, placas, calles y convenientes hagiografías a cargo de los cronistas oficiales u oficiosos. Así que José Ángel aspira a lo mismo. Es español y aragonés, no puede evitarlo.

Pero la democracia, con su libertad de expresión y de información, con su soporte crítico y sus severos juicios retrospectivos, es muy exigente con quienes la gestionaron. Así, José Marco, expresidente del Gobierno autónomo, no tiene ya otra opción que ejercer de villano en la mayoría de los testimonios futuros. El exalcalde de Zaragoza Antonio González Triviño andará por ahí, por ahí. Mejor les irá a quienes tuvieron mandatos breves o se fueron antes de tiempo: Sainz de Varanda, Eiroa, Atarés. Gómez de las Roces y Rudi han protegido su legado vaciándolo de cualquier acto positivo o negativo, encefalograma plano. Marcelino Iglesias, todavía senador ejerciente, contempla con enorme aprensión cómo su dilatada obra, doce años en el poder, se agrieta y tambalea a ojos vista con cada revelación sobre Plaza o cada ajuste de cuentas perpetrado a posteriori por algún poder fáctico que él mismo alimentó generosamente pensando que los tigres ahítos no muerden la mano que les dio de comer. En cuanto a Biel...

El gran factótum del PAR tendrá que hacerse a la idea de que la Historia es una amante esquiva y devoradora. Él aún pretende presumir de logros como Motorland o Caudé con la misma boca que niega a Marivi la de La Muela. Pero está inquieto, receloso, comido por el amor propio... Y con razón. 

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