viernes, 10 de febrero de 2012

Algunas precisiones, por si acaso 20120210

Ustedes perdonen si comprimo en la extensión de este artículo ideas demasiado complejas y me dejo algún matiz en el ordenador. Hay que ser muy virguero para explicarse en formatos breves y dejar un pensamiento cosidito, bordado y planchado.

A mi artículo de ayer, como me han manifestado algunos lectores, le quedaron cabos sueltos. Por ejemplo, precisar si el pensamiento político de derechas se ha impuesto por su propia lógica irrebatible o por la ausencia de una alternativa coherente desde la izquierda (desde la izquierda que pueda ser identificada como tal, se entiende).

Sí existen hoy ideas y propuestas de naturaleza progresista capaces de armar un programa coherente y razonable. Infinitamente más eficaz, sostenible, compasivo y equilibrado que la tormenta inhumana producida por los think tanks conservadores. Numerosos pensadores, politólogos, economistas y analistas de alto nivel han elaborado y elaboran doctrina roja y verde de calidad. Otra cosa es que tal pensamiento sea convertido en acción por los partidos correspondientes. En España, sin ir más lejos, la incapacidad del PSOE para articular políticas claras, transformadoras y audaces se ha puesto de manifiesto con la respuesta de Zapatero a la crisis (a la que tampoco supo anticiparse), como se puso en los Ochenta y Noventa, cuando Felipe González derivó del pragmatismo al oportunismo y fue incapaz de controlar la actitud ética y estética de su gente. Faltan valor, generosidad e ideales.

En cuanto a la naturaleza reaccionaria y autoritaria de la derecha española, me temo que es un fenómeno genético. El famoso editorial del Times neoyorkino lo expresa con la palabra del observador exterior: la sombra del franquismo es alargada. La destrucción profesional del juez Garzón se ha convertido en un espectáculo increíble y trágico, un boomerang cuyo retorno ha despertado los ecos terribles de la memoria oculta (¡esos testimonios ante el Supremo de las víctimas de la dictadura!). Es un perfecto ejemplo de cómo el ámbito conservador español se distancia de sus homólogos europeos, que aún mantienen un eco antifascista y laico en su ADN. Aquí, nada de eso.

JOSÉ LUIS Trasobares 10/02/2012

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