jueves, 9 de febrero de 2012

¡Es la política! (de derechas, por supuesto) 20120209

Los analistas concienciados lamentan que los mercados y su implacable lógica especulativa se hayan impuesto a la política, cuya resurrección reclaman a gritos. He compartido este planteamiento, pero ya no lo tengo claro. En realidad, la sucesión de acontecimientos indica que no estamos ante una brutal depreciación de la política, entendida en un sentido total y abstracto. No. Lo que domina el panorama actual (en Aragón, España y el mundo) es pura política y pura ideología, pero política e ideología... de derechas, muy de derechas.

Los técnicos ascendidos por las buenas a jefes de gobierno, los presidentes y cancilleras, los altos ejecutivos de las instituciones económicas y los directivos de los grandes operadores financieros ejercen, en general, de conservadores. Desde la era de Reagan y Thatcher, la desregulación, la preminencia de la especulación financiera sobre la economía productiva y el abandono de los principios esenciales de la democracia social se han correspondido con decisiones políticas, adoptadas desde los ámbitos institucionales. La derecha europea y norteamericana ha alentado una revolución (su revolución) destinada a transformar las sociedades del bienestar en sociedades de la desigualdad. La socialdemocracia (salvo honrosas excepciones escandinavas) se ha ido empapando del mismo criterio, aunque fuese dándole un barniz pseudoprogre y populista, como ha sido el caso de Zapatero en España. Para colmo, en nuestro zarandeado país ha llegado al poder la tradicional gente de orden, cuyo bagaje reaccionario se revela hoy en un revisionismo legislativo y un modelo de ajuste que causa pavor a cualquier liberal progresista. La reforma laboral es política, y el saneamiento bancario y la abolición del derecho al aborto y la moratoria de las renovables y la reprivatización de la costa... Por supuesto.

Los mercados fuerzan decisiones políticas. La ortodoxia presupuestaria que imponen Merkel y Sarkozy es simple política económica. El ultimátum para que Grecia se autodestruya y empobrezca tiene un evidente carácter político. España está hoy sumergida en una enorme contrarreforma política. Eso sí, nos ha de salir muy cara.

JOSÉ LUIS Trasobares 09/02/2012

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