lunes, 6 de febrero de 2012

Los que no tienen la culpa 20120206

Antes me ponía de los nervios la frase "es lo que hay", porque en ciertas bocas expresaba una especie de ultimátum del tipo "esto son lentejas..." y en otras venía a ser como una claudicación ante lo inevitable, un "qué le vamos a hacer". Ahora empieza a fastidiarme mucho más la segunda acepción que la primera. Si hay algo terrible en este fenómeno transformador que hemos dado en denominar crisis, es la manera en que está cambiando el desconcierto de las gentes por temor, el temor por miedo y el miedo por resignación ante lo que nos hacen.

Hay gentes dispuestas a autoinculparse de fechorías inexistentes, gentes que intentan poner buena cara al mal tiempo y buscan nuevas oportunidades en este sinvivir. Los hay incluso que aceptan la filosofía del primer ministro italiano (el tecnócrata conservador Monti) según el cual los jóvenes no deben aspirar a tener un trabajo perdurable porque la estabilidad laboral es muy aburrida (claro, es más divertido ser directivo de Goldman&Sachs y luego jefe de gobierno). Me da náuseas.

Cuando la dádiva que reciben los parados de larga duración se sitúa en los 450 euros (¡qué casualidad, la misma cantidad que suena cuando se habla de minijobs), 1.000 euros fijan el salario medio y 2.500 euros son un sueldazo de nivel medio-alto (¡cuatro veces el mínimo interprofesional!), los banqueros más tirados (los que deban refinanciarse con dinero público) pillarán sólo 50.000 mil euros mensuales. Cómo pega el ajuste, ¿eh? Y en este contexto demencial, aquellas/os ciudadanas/os que han pagado religiosamente sus hipotecas, que nunca se compraron lo que no podían permitirse ni pidieron créditos temerarios ni tumbaron la Bolsa ni provocaron fallido alguno, quienes no organizaron carreras de coches o motos con el dinero público ni decidieron las líneas del AVE ni se subieron al yate para acudir a la salida de la Copa América ni recibieron subvenciones ni se las gastaron en vicios... esos millones de personas que jamás vivieron por encima de la posibilidades de nadie, ¿por qué demonios tienen ahora que flirtear con el desempleo, cobrar una mierda por su trabajo y encima sentirse responsables de lo que pasa?

JOSÉ LUIS Trasobares 06/02/2012

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