martes, 3 de junio de 2014

Miedo y nervios en las tripas del Sistema 20140603

Es muy posible que la abdicación del Rey responda a un plan trazado hace meses. Pero también es obvio que a la causalidad del paso dado por Juan Carlos I (achaques, vejez, desprestigio, crisis transversal) se ha sumado un factor último y decisivo: la percepción de que el ciclo político está cambiando. La operación destinada a relevar al Monarca necesitaba un contexto adecuado, empezando por unas Cortes capaces de aprobar la pertinente ley orgánica por abrumadora mayoría y de proclamar a Felipe VI en medio de una atmósfera entusiasta y leal. Pero desde las recientes elecciones europeas, un escalofrío recorre el espinazo del Sistema. Hay miedo y nervios. El futuro inmediato no está garantizado. Puede que el próximo Congreso de los Diputados ya no sea tan políticamente correcto como el actual. Y no se trata sólo de la irrupción de Podemos y el ascenso de IU y de los independentistas catalanes y vascos, no. Tan perturbadoras, o más, son las circunstancias que han sumido al PSOE en la más absoluta incertidumbre.

La abdicación, de repente, corría prisa. Había que moverla antes del verano. Dejarla para el siguiente periodo de sesiones parlamentarias suponía correr riesgos y quedar en evidencia, porque el 2015 es de nuevo año electoral y las cosas se están poniendo raras. Ahí vamos pues. Con Rajoy diciendo que el actual Príncipe de Asturias es "el más preparado para ocupar el trono" (¿más preparado... que quién?), o Miquel Roca, padre de la Constitución y abogado de la señora de Urdangarín, impartiendo doctrina en TVE. Mientras, las reivindicaciones republicanas se dejaban oír por doquier (normal, ¿no?), y ansiosos portavoces oficiales y oficiosos se apresuraban a defender la monarquía.

Las elecciones han dejado de ser un proceso rutinario y controlado (¡ven ustedes como el voto sí que cambia las cosas!). Una nueva transición se ha puesto en marcha. Y el actual entramado institucional se cae solito, pendiente abajo. El último símbolo de tal decadencia ha sido ese juez del Constitucional, saltándose semáforos a bordo de su moto, borracho y sin casco. La nave se desencuaderna. 

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