sábado, 21 de junio de 2014

Muchas incógnitas, pocas certezas 20140621

El PSOE no resucita. Susana Díaz tiró la toalla precisamente por eso, porque no vio futuro alguno, al menos al otro lado de Despeñaperros. Puestos a seguir cortando cupón, lo tenía más claro en el Partido Socialista del Sur que subiendo a los norteños escenarios del descalabro, allí donde las europeas y las encuesta indican porcentajes electorales por debajo del 25%. De Cataluña, mejor no hablar. El futuro secretario general tendrá que coger el timón en plena galerna. Los aparatchiks más expertos aconsejan dejar pasar esta jugada y esperar a que escampe. Pero... ¿cuándo ocurrirá tal cosa?

Ha llegado Podemos, el terror del sistema. De momento va como un tiro (favorecida/o por las críticas de los portavoces oficiales y oficiosos de la nomenclatura). Pero necesita una organización... de nuevo tipo, un modelo sin experimentar. Debe definir sus programas a escala local y territorial, encontrar candidatos adecuados para las elecciones que vienen, generar un imaginario que seduzca a millones de electores. También ha de relajar tensiones entre las tres tendencias que coexisten en su seno: la minoría de vocación radical y grupuscular, los sectores empeñados en hacer de la organización el eje de un futuro frente amplio progresista que incluya a IU y a los demás (en Aragón, CHA), y los padres intelectuales de la criatura, partidarios de acumular fuerzas, generar una dinámica diferente y dejar para luego el impulso unitario.

IU tira de experiencia y capacidad de adaptación. Ahora es esta coalición la que habla de primarias, amaga aproximaciones a Podemos, lidera la réplica republicana al relevo en el trono y se dispone a resolver sus diferencias internas (que también tienen miga) mediante una síntesis entre la tradición y la innovación. Ahí llega Alberto Garzón, un líder capaz de competir con Iglesias de tú a tú.

¿Qué sucederá? Vete a saber. Sí está clara una cosa: si ante las próximas citas con las urnas cuaja de alguna forma la convergencia electoral de las izquierdas y si ese cuajo resulta presentable, el PSOE lo pasará mal, muy mal. En caso contrario también sufrirá... pero muchísimo menos. 

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