Despidiendo a los atletas españoles que partían a los Juegos de Londres, Rajoy
les recomendó "esfuerzo, dedicación y perseverancia". Y para
inspirarles ante los retos deportivos que les aguardan, la España guiada
por don Mariano dedicó la jornada de ayer a batir nuevos récords: en
incremento de la prima de riesgo, en desplome bursátil, en morosidad, en
incompetencia políticofinanciera, en desinversión, en fuga de
capitales... Estamos que nos salimos. Tanto que las personas humanas
empiezan a preguntarse si podremos seguir anclados a este planeta o
veremos a la vieja piel de toro salir disparada hacia las estrellas
dejando detrás una larga estela de acreedores y suspensiones de pagos. O
seremos rescatados, oye.
La situación resulta insostenible. Nos
lo merecemos, dicen las gentes de orden. Ya, pero entonces... ¿por qué
no pasa los mismos apuros Bélgica, que acumula más deuda pública que
nosotros y arrastra una crisis política que dura decenios? En este orbe
globalizado ocurren cosas misteriosas, sospechosas. Pero lo único claro
es que así no se puede seguir. Sin soberanía económica, sin control
sobre nuestra (¿?) moneda, sin un banco central es imposible salir del
círculo vicioso. Con esos instrumentos y un moderadísimo plan de
austeridad, Solbes estabilizó la situación en el 94-95 tras dos devaluaciones sucesivas... de la peseta, claro.
España no ha estado bien administrada, vale; sin embargo tampoco es el
desastre que nos cuentan y nos contamos. Tiene un PIB per cápita que es
el 95% del promedio de la UE-15 pero su gasto público solo llega al 72%.
Eso sí, batimos récords en la escasez de los ingresos que obtiene
nuestra Hacienda, en la bajísima capacidad redistributiva de éstos, en
la regresividad del sistema fiscal... Como ha explicado el profesor Vicenç Navarro
en un reciente artículo, sí hay dinero, sólo que el Estado no lo
recauda bien. Incrementa a todos el IVA, por ejemplo, en vez de subir al
35% el impuesto de sociedades de las empresas que ganan más de un
millón de euros al año.
La locura, oigan. Nos vamos a comer el medallero londinense.
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