sábado, 26 de octubre de 2013

Nada podrá consolar a las víctimas 20131026

He dejado pasar los días, escuchando o leyendo opiniones sobre la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación con la doctrina Parot. Lo cual me ha llevado a tres conclusiones que sin mayores pretensiones comparto con ustedes.

En primer lugar, es evidente que nada podrá consolar a las víctimas de ETA. El deseo de compensar el daño sufrido devolviéndoselo multiplicado a quienes lo causaron es comprensible. Pero esa visión carece de horizonte lógico. Cualquier castigo siempre se quedará corto. Que Del Río esté unos años más en la cárcel o Bolinaga muera en un hospital penitenciario no va a cambiar las cosas, porque el daño que causaron estos y los demás criminales es irreparable. Las víctimas tienen derecho a expresar su dolor y ser atendidas, como lo están siendo. No pueden ser sin embargo un factor capaz de condicionar la política antiterrorista y la política en general.

Por otra parte, la citada sentencia ha provocado unas reacciones exageradas en las filas conservadoras. Las gentes de orden han tomado la costumbre de hacer bandera de las leyes y sentencias que les interesan y rechazar frontalmente las que no les gustan. Confunden el Estado de Derecho con el Estado de derechas. Y no es lo mismo, claro. El rechazo al proceso de paz que zanjó la derrota de ETA (cientos de terroristas apresados, cese de las actividades armadas de la banda, condena de la violencia por la llamada izquierda abertzale) resulta demencial. La farisea adhesión de estas gentes a la causa de las víctimas choca de bruces con su desprecio por otras víctimas, por ejemplo las del franquismo, cuyos sufrimientos siguen sin ser adecuadamente reconocidos.

Y en tercer lugar sería preciso, por el bien de todos, que en las filas conservadoras se entienda, al menos de forma básica, la naturaleza de la democracia. Una naturaleza que está en las normas y en la propia sociedad, que no confunde justicia con venganza ni puede alterar a capricho las reglas del juego. Nada consolará a las víctimas de ETA, pero en todo caso sus verdugos no han quedado impunes. Con doctrina Parot o sin ella. 

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