martes, 25 de febrero de 2014

Se ve que nos va el teatro (el malo) 20140225

Sí, ha sido increíble esa escenificación de ETA, enseñando cuatro hierros a los verificadores, garantizando de palabra su inutilización y luego llevándoselos en una caja de cartón precintada con cinta americana. Mas no cabe sorprenderse, pues tanto la organización terrorista como todas sus terminales llevan mucho tiempo teatralizando sus delirios, sus crímenes y ese asquerosete victimismo que destilan sus dirigentes y cuadros.

Pero sobre las tablas de la vida política y social española no sólo los sociópatas montan aquelarres. Hoy mismo, en el debate sobre el estado de la nación, el presidente Rajoy monologará sobre la ficción de que el país ha salido de la recesión y cabalga impetuoso hacia la recuperación económica. Gracias a sus reformas, por supuesto. Luego, el Congreso acabará polemizando sobre tal espejismo, mientras en la realidad el consumo sigue muerto, la deflación es clamorosa, los ingresos de los asalariados descienden al averno, el déficit público crece sin cesar, se destruye aún más empleo y la rescatada banca sobrevive en coma inducido con una morosidad sin precedentes. Una pasada.

El problema es que esta comedia demencial tiene su público y no poco éxito. ETA sublima su repugnante trayectoria en cada éxito electoral de la izquierda abertzale (¿izquierda?). El PP amarra a su electorado más fiel describiendo la caída al abismo como una ascensión a los cielos. Cataluña es un esperpento. Cada desfile de locos payasos (corrupciones, retroceso de los derechos fundamentales, mentiras y canalladas) provoca el jolgorio de los respectivos fanáticos. El consejero aragonés de Sanidad, Oliván, presume en público de estar salvando el Salud a cuya destrucción, sin embargo, se aplica con singular y evidente sadismo. Y no pasa nada. Nos va la astrakanada. Nos encanta la pantomima. Les digo más: si Agapito, en vez de fracasar en su proyecto deportivo, hubiera conseguido meter al Zaragoza en la Champions (cosas más raras se han visto en el fútbol profesional), tendría ahora decenas de miles de amigos que cerrarían los ojos al sainete de Plaza. Qué fácil es engañar a la chusma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario