martes, 1 de julio de 2014

Aquel bonito ejercicio de irresponsabilidad 20140701

Si el criterio Alaya se aplicase a rajatabla en casos como el de Plaza o el de la CAI, las imputaciones barrerían literalmente todo el sistema aragonés. Si se tuviera en cuenta ese principio, según el cual cualquier miembro del consejo de administración de una sociedad pública o una entidad financiera social es responsable (por acción u omisión) de la gestión llevada a cabo, habría que procesar a la enorme tropa de políticos con cargo, sindicalistas, altos funcionarios, personas relevantes, catedráticos de Economía, ejecutivos y expertos varios que han integrado (e integran) las cúpulas de las sociedades y entidades en cuestión. Tal vez ellos (y ellas) se escandalicen o enfaden cuando lean un juicio tan concluyente, pero habrán de reconocer para su fuero interno que el ejercicio de irresponsabilidad cometido en la Plataforma Logística de Zaragoza o en la que fue modélica caja de ahorros aragonesa no puede ser aceptado, sin más, por una sociedad cada vez más escandalizada y harta. La evaporación de cientos y aun miles de millones de euros implica no solo ineficiencia, temeridad y estupidez, sino también un evidente saqueo de un dinero que pertenecía a los aragoneses. No vale fingir ignorancia. La jueza Alaya tiene razón.

Las dos comisiones de investigación parlamentaria (Plaza y CAI) están dando mucho más juego del que algunos pensábamos. El autoexamen funciona. En tal faena se está consagrando el rigor y la profesionalidad de Patricia Luquin, de Izquierda Unida, cuyas preguntas son tan oportunas como incisivas. Era de esperar porque esta señora, además de trabajadora e inteligente, representa en las Cortes a una formación que no está pillada en los chanchullos ahora diseccionados. Y puede meter el bisturí sin cortarse un pelo.

Hoy declararán Calvera y García de Toledo (el tercer hombre fuerte de la CAI y el más acosado por las sospechas, García Montes, está ilocalizable). A ver cómo explican qué pasó con la pasta desaparecida. A lo mejor, al igual que los consejeros y presidentes de la entidad, también se acogen al asilo de la ignorancia. De esta gente se puede esperar cualquier cosa. 

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