viernes, 11 de julio de 2014

Todo lo que se juega el Partido Socialista 20140711

Si la gestión del Salud durante 2011 fue tan desastrosa como asegura la Cámara de Cuentas, seguro que tal circunstancia será debidamente utilizada para justificar de alguna manera la destrucción de la sanidad pública que el actual Gobierno aragonés lleva a cabo bajo la delirante dirección del consejero Oliván. Estos por aquellos, los unos por los otros, tendremos otra vez lo que podríamos denominar equilibrio del desastre entre PP y PSOE. En los tres últimos años la derecha española no ha tenido mejor argumento a la hora de defender sus desbarres que recordar los desbarres de sus predecesores en el poder. Esta misma semana, en el Congreso, Rajoy defendió su intención de conducir las próximas municipales por la senda del pucherazo con una eficaz réplica a los dardos que le lanzaba al respecto la socialista Soraya Rodríguez: qué me dice usted, señora mía, si ustedes también llevaron en su programa lo de que sean alcaldes los más votados (aunque estén en evidente minoría).

Ese cansino intercambio de golpes (eres por gürteles, recortes por despilfarros, trucos electorales por oportunismo pseudodemocrático) tiene por objeto agotar a la ciudadanía, después de lo cual solo habrá un ganador: la derecha. El PSOE se ató en algún momento al cansino giro del círculo vicioso y ahora no puede soltarse. O no quiere. El domingo, la militancia del partido (sin intermediarios) elegirá al nuevo secretario general. Y tal vez no acuda a votar en masa porque no espera ya ningún mirlo blanco (Zapatero acabó con los mirlos) sino un prodigio merced al cual no tenga que seguir oyendo al PP devolver cualquier crítica con el consabido "y tú más". Qué distinto sería todo si la atormentada socialdemocracia española no hubiese ejercido nunca de desidiosa, incompetente, corrupta, desmemoriada, amiga de las puertas giratorias o entregada a los intereses oligárquicos. Pero, claro...

El Partido Socialista se juega mucho. Debe decidir cómo encara el futuro. Si sigue manteniéndose a la par con la derecha, acabará no ya confundido sino coaligado con ella. Entonces no será ni más ni menos... ni nada. 

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