viernes, 19 de diciembre de 2014

Sí: optimistas... pero avejentados 20141219

En otro diario aragonés titulaban el otro día que la bendita Tierra Noble saldrá de la crisis en una posición aventajada. Yo, ya disculparán el lapsus, leí avejentada, porque hay algo que no precisa de informes ni de consultoras: la regresión demográfica es un hecho; cada vez seremos menos y más mayores. En los pasados años de gloria, los optimistas con mando en plaza (¡claro, solo quien no manda se apunta al realismo crítico!) anunciaron una población total de dos millones, la mitad de los cuales colmarían Zaragoza de norte a sur y de este a oeste (de ahí la suicida expansión urbana que tantos quebraderos de cabeza nos da y nos dará). Pero tal crecimiento siempre fue imposible, salvo que hubieran llegado cientos de miles de inmigrantes. No obstante, entiendo perfectamente a la presidenta Rudi cuando se nos alboroza presentando estudios del territorio que anuncian futuras ventajas y dan por hecha la inflexión que nos ha de situar definitivamente en la senda de la recuperación.

Tengo a gala haber sido un cenizo impenitente cuando nos desbordaba la abundancia inmobiliaria. "No seas tan negativo, hombre", me recomendaban con cariño los jefes de entonces (sobre todo Marcelino, porque Biel pasaba ya de venderme sus virguerías, pues sabía que no eran huesos para la boca de este perro). Luego, cuando pasó lo que todos sabemos (aunque a veces me pregunto si hemos llegado a saberlo en algún momento), los aleluyas se transformaron en ayes. Se esfumó Gran Scala, los magníficos proyectos empezaron a costarnos un huevo y la yema del otro (y ahí siguen) y llegó Rudi a mandarnos parar, a frenarnos, a paralizarnos y a criogenizarnos. Pero estamos a finales del 2014, el año que viene es muy electoral y la presidenta actual se sube al colorido carro de quienes nos ven ventajosos y no viejos. Normal, dentro de poco saldrá a pedir el voto y Rajoy ya ha marcado la pauta: digamos una y mil veces que todo vuelve a ir bien, y de esta forma la gente entenderá mejor que más le vale no ponerse muy tonta a la hora de llevar la papeleta a la urna. Optimismo, mucho optimismo. Tanto si quieres como si no, abuelete. 

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