viernes, 23 de septiembre de 2011

Ya empezamos a tocar los puntos sensibles 20110923

El rifirrafe entre instituciones (por cosas del maldito parné, claro) afectaba ya a las becas para los comedores escolares, punto sensible donde los haya. Ningún jefe quiere tocar las inversiones de naturaleza social. Pero si se puede echar la culpa al otro, y el otro es de la competencia... Pues eso. De momento las criaturas cuyas familias no tienen recursos podrán comer en el cole (el Gobierno de Aragón decidió finalmente liberar fondos para ello). Pero cada vez llegan más avisos de lo que puede pasar después del 20-N.

En estos tiempos de simplificaciones y paridas, ha hecho fortuna la idea de que la economía de las instituciones (o sea, la economía del país) es como la de una familia. Pero eso no es exactamente así. Hombre, para administrarse (a pequeña o a gran escala) siempre hará falta algo de talento, pero los gobiernos (de España, de sus autonomías o de sus grandes municipios) deben llevar a cabo una gestión muchísimo más compleja y técnica. En su esquema, como en el de una gran empresa, no es sencillo llevar a cabo recortes presupuestarios significativos. Ajustar el gasto un diez por ciento (por citar un porcentaje de referencia en ambientes conservadores) puede ser traumático. Por aquello de los puntos sensibles, se entiende.

La cosa está mal. El Ayuntamiento de Zaragoza se ha sacado de la manga una futura sociedad de aguas y vertidos para camuflar su deuda y poder tirar de crédito. Los mal pensados (y ahí mi amigo Eloy Suárez sí ha puesto el dedo en la llaga) creen que más adelante la susodicha sociedad permitirá captar otros recursos por la vía de la privatización. No sé. Sólo le ha faltado al pastel el nombramiento de Antonio Becerril como coordinador del grupo municipal socialista. Si el PSOE local aún le da cuerda al famoso e imputado inventor del término milloncico (en su acepción de cantidad de dinero público irrelevante y fácil de manejar), es que la cosa va de culo y cuesta abajo.

Menos mal que podemos entretenernos comparando al futbolista Braulio con el ex-FMI Strauss Khan, o especulando con la situación sentimental del presidente del Congreso de los Diputados. Y rezar... aunque seamos ateos.

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/viernes 23.09.2011

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