martes, 19 de noviembre de 2013

Pero bueno... ¿De qué nos extrañamos? 20131119

Mientras PP y PAR escenificaban el chalaneo de rigor, los Presupuestos de Aragón para el 2014 ya han acumulado el no menos habitual retraso. Que nadie se extrañe. En realidad la negociación entre los dos socios siempre ha sido un asunto secundario (¡qué otra cosa pueden hacer ambos partidos sino seguir cogiditos de la mano!), un paripepé, puesto que las cuentas para el año próximo solo están esbozadas. Entre los cuelgues del sistema informático del Pignatelli y la ya clamorosa lentitud e ineficacia de la actual Administración autónoma, la cosa va despacito. Así que Rudi y Biel no pasaron de los grandes números y los cálculos aproximados. Si no han explicado el contenido de su pacto (salvo algún moco que se ha tirado don José Ángel) es porque ni ellos mismos conocen aún las cifras exactas. Además, qué demonios, los presupuestos solo son un documento indicativo. Luego se cumplen, o no, o a medias... o vayan ustedes a saber.

No cabe extrañarse ante casi nada. Que el Zaragoza vaya camino de Segunda B es perfectamente lógico. A la postre, la Operación Agapito fue una chapuza político-empresarial integrada en la burbuja inmobiliaria. Reventada esta, desapareció toda esperanza. En cuanto a la afición... Bueno, cuando el equipo volvió a Primera tras el primer descenso (2008-2009) la gente salió a la calle a vitorear a los jugadores que recorrieron la capital aragonesa en autobús descubierto. Aquella euforia exagerada e improcedente (ascender era lo obligado) dio la medida de cuán blandita y entusiasmable es la hinchada blanquilla. Pobrecicos.

No caben la sorpresas. Ni ante la mala leche de la empresa de los autobuses zaragozanos (¿acaso no ha hecho siempre lo que le ha venido en gana?). Ni ante los desbarres de Ana Botella explicando la huelga de las basuras (¿no son evidentes las limitaciones de la dama y su desprecio por el pueblo llano?). Ni el dato de que las más importantes sicav (sociedades de inversión) españolas han incrementado notablemente su patrimonio mientras el país se empobrece (¿qué otra cosa cabía esperar de esta crisis?).
Y así todo lo demás. 

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