lunes, 4 de noviembre de 2013

Por lo visto, aún nos espían poco 20131104

En plan provocador o en plan imbécil (es difícil saberlo) algunos han escrito en diarios, webs y blogs que no les importa en absoluto que Estados Unidos les espíe. Vamos, que están encantados de dejar en manos del Gran Primo la tarea de vigilarnos a todos y luego decidir quiénes son los buenos y quiénes los malos. Es, ya se sabe, la vieja cuestión: o seguridad o libertad. Y muchos prefieren la seguridad, por supuesto. Una elección dudosa, sin embargo, porque sacrificar los derechos más elementales no garantiza absolutamente nada. Las sociedades sometidas al rigor del autoritarismo son inseguras por definición.

Asistimos a un espectáculo curioso. Mandatarios y ciudadanos europeos lamentan el espionaje de masas llevado a cabo por la NSA norteamericana. Sin embargo, Snowden, la persona que desveló tan enorme intromisión en nuestras vidas privadas, hubo de huir y refugiarse en Rusia. Luego vino el famoso incidente del avión de Evo Morales, cuando diversos países europeos le negaron permiso para repostar creyendo que el informático traidor viajaba en el aparato.

Así que tal vez sea más honrado proclamar sin más que lo mejor para vivir tranquilos es que alguien (estadounidense, por supuesto) tenga acceso a nuestras telecomunicaciones y sepa con quién y de qué hablamos, en qué gastamos el dinero, qué hacemos frente al ordenador a la una de la madrugada y cualesquiera otros detalles de nuestra intimidad. Como somos buenos, nada hemos de temer, ¿verdad? Salvo que un día de éstos toda aquella información privada que dejamos en manos del Poder nos alcance rebotada desde cualquier robot informático. Y nos prive de empleo y oportunidades porque no somos de fiar, o nos haga vulnerables a cualquier presión, o nos meta en algún lío porque aquello que hicimos, que dijimos o que escribimos ha dejado de ser políticamente correcto.

Ponerse voluntaria y alegremente bajo el ojo escrutador de la NSA es tan triste y miserable que quienes presumen de ello me dan pena. Lo genial es que algunos de ellos presumen de liberales. Pero tienen alma de súbditos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario