lunes, 30 de abril de 2012

¡Pero si son unos tastarros! 20120430

Los más curiosos no han perdido la ocasión de acercarse a la Avenida de Cataluña, donde se exhiben los 36 coches oficiales que doña Rudi decidió sacar a pública subasta para ahorrar. Allí están, hechos en su mayoría unos tristes tastarros, con cientos de miles de kilómetros a cuestas y menos glamour que una panda de poligoneros arreglaos para la fiebre del sábado noche. Los autos son, hablando en plata, una mierda. Ni altas gamas ni altas cilindradas ni cosa parecida. Es decir, que todo aquello de meterle mano al parque móvil de la DGA se ha quedado en pura propaganda para conformar a esa pobre gente que aún sigue convencida de que el déficit público se arregla sin más suprimiendo asesores y coches y bajando el sueldo de los políticos.

El grueso de las inversiones y/o gastos que dependen del Gobierno de Aragón no está en el cúmulo de chocolates del loro que tanto suelen dar que hablar, sino en partidas de lectura más compleja, más técnicas y, si me apuran, más disimuladas. Por eso, la historia de los coches apenas da para una sonrisa, mientras que el cálculo de los agujeros que acumulan las más señeras sociedades públicas acongoja a cualquiera. ¿Qué pasaría si se auditasen Aramón, Motorland, PlaZa o Zaragoza Alta Velocidad actualizando de verdad el valor de sus activos inmobiliarios?

Aún hay más. Mientras la vorágine informativa nos zarandea sin piedad, en la Tierra Noble alguien prepara las jugadas del futuro. Por ejemplo, esa venta anunciada de los edificios de la Expo propiedad del Gobierno aragonés. Resulta que aquellos inmuebles nos iban a permitir concentrar las dependencias de la Administración autónoma ahorrándonos así no sé cuantísimos alquileres. Mas ahora su pignoración permitirá obtener liquidez, a cambio... de seguir pagando alquileres. Genial, ¿no? Ya hay malpensados que proyectan sus sospechas sobre esta operación. En su opinión, todo está dispuesto para que algún afortunado inversor puede hacer un bonito negocio convirtiéndose en casero de la DGA durante los próximos lustros.

Todo será que al final esto de ahorrar nos acabe saliendo carísimo.

JOSÉ LUIS Trasobares 30/04/2012

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