lunes, 23 de abril de 2012

A San Jorge no le queda ya ni el dragón 20120423

Llegamos al 23 de Abril a trancas y barrancas, recortados, ajustados y con el Estado de las Autonomías puesto en cuestión. Qué cosas. Empezamos el siglo XXI en pleno arranque de euforia y creatividad territorial y doce años después estamos descangallados y dispuestos a volver sobre nuestros pasos camino del centralismo, del autoritarismo, del acojone, de la idiotez. Oigo a los comunicadores orgánicos de la extrema derecha y capto en ellos el mismo discurso patriotero y reaccionario de sus homólogos de hace cien años, cuando nos llevaron a Marruecos para reconstruir el Imperio tras el Desastre del 98 mientras clamaban contra la izquierda social o cualquier cosa que oliese a modernización y progreso.

Treinta años después de su primer Estatuto, Aragón amanece dubitativo y sin un horizonte estratégico (por mucho que diga Biel). Pero ése un pecado original que hemos acarreado durante tres decenios ocultándolo con una polvareda de escenificaciones, inversiones discutibles, gastos absurdos y ocurrencias destinadas a inflar la realidad percibida (los tierranoblenses somos muy sugestionables). Aun así, a pesar de las mamarrachadas que todavía arrastramos como un lastre insoslayable, nuestros jefes nunca llegaron al extremo de los de otras comunidades donde la política de escaparate no ha dejado títere con cabeza.

Digan lo que digan los simplistas, la triste situación actual no es consecuencia de la descentralización. La burbuja inmobiliaria, los delirios especulativos y la demencial eclosión de las infraestructuras se hubiera producido igual (de hecho se ha producido) bajo cualquier tipo de poder centrípeto. Líneas de alta velocidad sin sentido, aeropuertos peatonales, autovías absurdas, pantanos inútiles, artefactos militares, subvenciones atroces... de nada de ello se han privado los sucesivos gobiernos de España-España. Para salirse del tiesto no han hecho falta autonomías, aunque éstas tampoco se hayan privado (por supuesto) de excesos y mamoneos.

Esto no es lo que fue. A San Jorge no le queda ya ni el dragón. Los aragoneses, perplejos, nos preguntamos qué ha pasado. Nada especial, amigos, sólo somos el promedio exacto de España.

JOSÉ LUIS Trasobares 23/04/2012

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