jueves, 21 de agosto de 2014

Ellos (y los otros) asesinan la verdad 20140821

Las imágenes del asesinato del periodista norteamericano James Foley por sicarios del Estado Islámico (la organización yihadista que ocupa actualmente parte de Siria e Irak) nos ha dejado en estado de shock. La apasionada tribu de los reporteros de guerra, últimos guardianes de la verdad informada, se ha sumido en un desaliento absoluto. Ayer escuché a colegas que llevan décadas recorriendo los campos de batalla replantearse el sentido de su trabajo. "Nos hemos convertido en objetivo prioritario -decían--. Unos nos mienten e intoxican, nos expulsan o nos disparan accidentalmente; otros nos secuestran y nos matan convirtiendo la ejecución en un acto propagandístico. Vivimos en un mundo donde proliferan la mentira y los conflictos podridos, un mundo en el que no tenemos cabida".

La generalización del mal y la evaporación de las causas justas ha convertido a los periodistas en simples testigos incómodos de ese siniestro juego en el que los criminales interactúan entre sí en una espantosa sinergia. ¿No fue Estados Unidos quien entrenó y armó a los primeros yihadistas para lanzarlos contra los rusos en Afganistán? ¿No fue Israel quien alentó y apoyó a Hamas en sus inicios para minar el poder de la Organización para Liberación de Palestina? ¿No ha sido la invasión de Irak y la desestabilización de Siria el caldo de cultivo que ha permitido prosperar a los fanáticos del Estado Islámico? ¿No son las monarquías petroleras de Arabia (esos buenos amigos de Juan Carlos I de España) los mentores y financiadores del integrismo suní? ¿No existen fundadas sospechas de que Ucrania negocia con los fundamentalistas musulmanes para intercambiar carburantes por municiones?
Caen sobre los periodistas proyectiles made in USA, misiles israelíes, interdictos chiíes, bombas y puñales suníes, balas, emboscadas... Los poderosos y los fanáticos no quieren que las cámaras, los portátiles y las simples bocas cuenten el sufrimiento de los pueblos inocentes atrapados en el fuego cruzado. Al asesinar a James, las perversas bestias han querido asesinar la verdad. Invocando a Dios. 

JLT  21/08/2014

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