viernes, 29 de agosto de 2014

Lo de Cataluña, en pocas palabras 20140829

Lo explico en plan telegráfico, aunque ello no evitará que unos me sigan llamando españolista y otros antiespañol.

Estoy de acuerdo con el derecho a decidir por simple coherencia democrática. Además abogo por reglamentar la consulta para desarrollarla limpiamente, como se hizo por dos veces en Quebec (Canada) y se va a hacer ahora en Escocia (Reino Unido). Ello desdramatizaría la situación, organizaría el debate y evitaría acabar en un referendo como el que se planea en Cataluña, en una atmósfera viciada y con una doble pregunta confusa, cuya combinación de respuestas se presta a múltiples interpretaciones.

Deseo que Cataluña no se separe. Porque ello generará fuertes agravios y resquemores entre pueblos que son vecinos y llevan siglos actuando juntos, no resolverá ninguno de los problemas que padecemos y debilitará la resistencia común ante la dura realidad socioeconómica que imponen las élites a escala europea y global. La España que dicen repudiar muchos catalanes o vascos (o aragoneses), al vincular soberanía con liberación, es la misma que rechazan aquellos que, sin dejar de sentirse españoles, quieren acabar con la herencia del despotismo monárquico del XIX, la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera y su síntesis absoluta y criminal: el franquismo. La Transición permitió avanzar en tal dirección (aunque hoy ese proceso esté embarrancado y bloqueado por poderosos intereses) y abrió la puerta a una descentralización que, a estas alturas, evidencia la estrecha relación entre los problemas existentes en unos y otros territorios: recortes, corrupción, fracaso de las instituciones... ¿Hay alguna diferencia entre Bárcenas y Pujol o entre las hostias que da la Policía Nacional y las que arrean los Mossos?

Quiero seguir compartiendo ciudadanía con catalanes y vascos... y el resto de los europeos. Porque tal vez el micronacionalismo soberanista sea buen banderín de enganche, una causa simple y cargada de emociones. Pero lo que de verdad nos estamos jugando aquí y ahora es la naturaleza de la gobernanza europea. Dividirnos nos perjudicará mucho. A todos. 

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