lunes, 4 de agosto de 2014

¡Hay que animarse... buena gente! 20140804

Qué fin de semana el pasado. Tras haber oído a Rajoy el viernes, los que iniciaron el veraneo lo hicieron con el optimismo y la alegría de quien sabe que volvemos a Jauja; los que aguantamos aquí, en Zaragoza, también compartimos el entusiasmo del presidente del Gobierno, al igual que los empresarios aragoneses, las grandes compañías, los bancos (cuyos beneficios cayeron en el primer semestre del año, pero cuya moral está por las nubes)... Todos palpamos al fin la felicidad, la euforia, la esperanza. La crisis ha acabado (de lo cual no hay duda porque lo dicen todas las personas verdaderamente importantes, con el ínclito don Mariano a la cabeza), y llega el momento de volver a disfrutar de la vida. ¡Hala, a gastar! Y si vas apurado, no te preocupes: un telefonazo a cualquier financiera y esos tres mil euretes que necesitas para llevar la familia a la playa los tienes en un santiamén. Devolverlos luego está tirado. ¡Vamos lanzados por la senda de la recuperación!

Encima bajarán los impuestos. Cierto que la bajada les cundirá muchísimo más a los que pillan pasta en cantidad, y apenas se dejará notar entre los 10.812.278 contribuyentes que declaran ganar entre 12.000 y 60.000 euros anuales. Pero eso es porque este Gobierno apoya a la gente con buena mano para el tema de la guita. Así los demás espabilaremos y nos dedicaremos también a retabillar el dinero a espuertas. Y el que no sepa cómo hacerlo, que juegue a la primitiva o al sorteo ése de la Once, el de los veinte millones. Veinte... no está mal. Un poco escaso. Por eso yo prefiero los euromillones, que acomulan botes de cuarenta, cincuenta e incluso de más de cien kilates. Sólo toca cuando se produce un fallo en las reglas matemáticas; pero cuando toca... te arregla las cosas de verdad.

 
Adios, crisis, adios. Fíjense si tenemos confianza, que Cesar Alierta, presidente de Telefónica, ha renunciado a su blindaje de 35 millones. ¿Por qué? Por que no teme perder el empleo. Esa pasta la ha trasladado a su fondo de pensiones, que ahora asciende a 48,8 kilopondios. Ya les dije: aquí lo que mola es acertar una primitiva. 

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