lunes, 29 de septiembre de 2014

Así funciona el nuevo desorden mundial 20140929

Comprenderán que cuando alguien pontifica (desde planteamientos ortodoxos) sobre el nuevo orden mundial, algunos respondamos con una risa amarga. ¿Orden? Díganme ustedes dónde está.

Veamos la situación que existe ahora mismo en Oriente. Nadie sabe de dónde ni cómo, en una región totalmente intervenida por ejércitos y servicios de inteligencia, ha emergido un nuevo poder militar (el Estado Islámico) que desborda a Al Qaeda y cuyas prácticas criminales nos dejan espantados. ¿Nadie se percató de lo que iba a ocurrir? ¿Nadie detectó el nuevo peligro? Así que el citado EI, con decenas de miles de hombres armados y entrenados, se convirtió en Siria en el principal oponente del cruel dictador Assad, al que previamente Occidente pretendía derrocar, y en Irak se puso a la cabeza de los sunníes, tomó Mosul y se apoderó de grandes cantidades de armamento... que el mismo Occidente había entregado al gobierno iraquí (gobierno elegido tras la invasión de 2003, controlado por chiíes pero que que ¡tampoco era de fiar!).

Un lío, sí. Y justo allí donde íbamos (los occidentales) a imponer la democracia. Ahora, EEUU (que pensó en bombardear a las tropas del malvado Assad) bombardea en Siria al EI, lo que de rebote beneficia al dictador. También hay ataques sobre objetivos yihadistas en Irak. En uno y otro país, los kurdos se han convertido en los aliados más fiables. Pero, claro, los kurdos son un riesgo para Turquía (un país que, al fin y al cabo, pertenece a la OTAN). Henos aquí, pues, con que el PKK, la organización de los kurdos turcos, que está clasificada como terrorista por EEUU y la UE, ha pasado a ser una pieza clave en el combate contra el EI (que es más terrorista aún, ¿no?). Sin embargo, desde Ankara no se fían. ¿Quién podría fiarse de quién? ¡Ah!, y no nos olvidemos del Irán chií. Antes era el diablo, hoy es casi un ángel.

En medio de este horrendo laberinto, cientos de miles de inocentes han muerto y otros millones han abandonado sus hogares y malviven en condiciones terribles. A la zona llegan las armas, pero no la ayuda humanitaria. Es el desorden definitivo. 

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