martes, 23 de septiembre de 2014

Identidad global, la única salida 20140923

Desde la revista Crisis han organizado tres mesas redondas tituladas "Demandas de Identidad". Comenzaron ayer y se prolongarán hoy y mañana (siete de la tarde, salón de actos de la Biblioteca de Aragón). Tratan la cuestión identitaria desde el enfoque multicultural, europeo y nacional. Y era en esta última sesión donde debía intervenir quien suscribe, pero un asunto insoslayable me impedirá cumplir tal compromiso. Siento mucho faltar a esa cita, pero, bien mirado, no sé si soy la persona más adecuada para hablar sobre identidad y nación porque cada vez estoy más alejado de ambos conceptos, tan agobiantes.

Una parte de mi generación construyó su identidad rompiendo los moldes de los estereotipos nacionales que entonces eran de uso obligatorio en la España de Franco. Quisimos ser más cosmopolitas, acceder a la modernidad cultural y adoptar ideologías liberadoras de naturaleza internacionalista. Así que nos fabricamos una personalidad similar a la de nuestros homólogos del resto de Europa y Occidente: rock, literatura y arte de vanguardia, neomarxismo, cine de arte y ensayo (también Hollywood, por supuesto) y el empeño de mirar hacia el exterior para aprender en las escuelas de la libertad, el inconformismo y la igualdad social.

Sí, éramos y somos españoles y aragoneses (o catalanes o vascos), pero luego asistimos al último y definitivo capítulo del gran relato de la globalización, vimos derrumbarse algunos de nuestros mitos (¡las revoluciones!) y ya no nos quedó más remedio que ser lo que somos: ciudadanos del mundo, demócratas radicales, escépticos habituales y nostálgicos de la utopía.

Me esfuerzo por entender la vocación nacional de mucha gente. Pero tengo la cabeza y el corazón en otro sitio. Creo que hoy lo importante es encontrar (e imponer por la fuerza de la razón y el peso de las mayorías) alternativas que renueven el espíritu de Europa y promuevan una gobernanza global para defender con eficacia la paz, los derechos humanos y el propio planeta. No reniego de España ni de Aragón. Pero es mi identidad la que me empuja a mirar más allá. 

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