viernes, 25 de noviembre de 2016

¡Ay! ¡Que me roban mis votantes! 20161125

Aunque la actualidad política anda repleta de desatinos y rarezas, esa indignacións del PSOE, de CHA e incluso del PAR ante la posibilidad de que Podemos intente arrebatarles sus votantes resulta extravagante. ¿Són los electores propiedad exclusiva de este o aquel partido? ¿Existe alguna regla según la cual propuestas transversales, como las denominadas aragonesistas, sólo puedan ser adoptadas por unas formaciones determinadas? ¿Tienen copyright la socialdemocracia, la ecología, la igualdad o la fiscalidad redistributiva?

El ya famoso documento de los oficialistas de Podemos-Aragón ha provocado una tormentilla en Madrid, donde numerosos comentaristas y tertulianos se han dejado arrastrar sin más miramientos ni comprobaciones por una delirante versión, según la cual Echenique quiere la independencia de Aragón (¿?). De eso no hay nada, por supuesto. Pero como el documento en cuestión sí se desliza hacia un aragonesismo formal, la dirección de CHA ha considerado tal licencia una intromisión en su territorio. Parecido a lo que ya encabronó a los socialistas cuando percibieron que el podemismo les robaba votos. De ahí las tremendas tensiones que se viven en la izquierda aragonesa, para satisfacción y regodeo del bando conservador.

Los electores no son de nadie. Eso parece tan evidente como elemental. En Aragón, decenas de miles de votantes progresistas han votado sucesiva y alternativamente al PSOE, a IU, a CHA... y ahora a Podemos o sus derivadas. Normal. Esos mismos electores ya sabrán distinguir si la exigencia de una mayor soberanía fiscal y una financiación más justa (cosas bastante razonables, las plantee quien las plantee) es, en cada caso, cosa seria o mero oportunismo. Como distinguirán qué marca política es más sincera e interesante.

Véase al PP. Tras algún mosqueo inicial, ha aceptado a Ciudadanos como válvula de descomprensión para electores desencantados o recién estrenados. Les ha sumado a su causa por la vía del pacto y se limita a esperar que vuelvan a casa. Una vez más, la derecha da lecciones.

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