jueves, 17 de noviembre de 2016

Democracia, sí, no... ¿o qué? 20161117

Llevamos así demasiado tiempo. Y la cosa se está poniendo cada vez más negra. Opinadores de relieve (o simples usuarios de Twitter o Facebook), sean de izquierdas, derechas o cualesquiera de los autodenominados centros, alertan sobre los peligros de someter las cosas a votación. Ojo con las primarias, ojo con los referendos, ojo con las elecciones. Los asuntos públicos, al parecer, son demasiado complejos, retorcidos y oscuros como para subordinarlos al designio de un pueblo que se deja camelar por cualquier paleto millonario, facha y machista. Desde la victoria de Trump, al coro se han sumado explícita o implícitamente personas de categoría, de quienes jamás llegué a pensar que pudieran mostrarse tan reticentes ante los efectos de la democracia. Porque ahí esta el quid de la cuestión: o consideramos que la voluntad soberana de la gente es decisiva e imprescindible para regular nuestra convivencia... o acabaremos pasándonos al otro lado.

Antes de despreciar a quienes han votado al reteñido Donald o, aquí, a nuestro perezoso Mariano, sería conveniente analizar qué ha pasado con los más señeros sistemas democráticos, y por qué, en un momento determinado, los logros de la democracia social (tan evidentes y benéficos) se convirtieron en una aspiración conservadora, mientras el anarquismo capitalista (con sus propuestas egoístas y brutales) seducía a las variopintas clases medias.

Ya puestos, cabría considerar cómo se devalúa una democracia cuando limita su alcance al rutinario ritual de las elecciones. A la postre, las urnas no determinan por sí solas la calidad del régimen político. Si la sociedad civil no está organizada, si los derechos no se ejercen ni las obligaciones se exijen, si los medios y las redes no actúan como instrumentos de deliberación positiva, si la educación no avanza, si el conocimiento no se convierte en imprescindible virtud ciudadana, si el debate no es transparente y comprensible... votar pierde buena parte de su sentido. 

Mas no existe nada mejor que la democracia. Defendámosla.
 
JLT  17/11/2016

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