miércoles, 16 de noviembre de 2016

Lo de Borrell, sin ir más lejos 20161116

Que a Borrell le estén investigando por haber sido miembro del consejo de administración de Abengoa entra dentro de lo razonable (en estos tiempos). Forma parte del riesgo implícito en las puertas giratorias: el chollo de hoy mañana puede dar con tus huesos en el banquillo de los acusados. Pero que al exsecretario de Estado de Hacienda, exministro de Obras Públicas, expresidente del Parlamento Europeo, excandidato socialista a la Presidencia del Gobierno e insigne académico le hayan tangado 150.000 euros a través de un falso chiringuito financiero en internet es cosa que te deja estupefacto. ¡Con lo bien que se había explicado este hombre cuando la destitución de Pedro Sánchez, y ahora resulta que es un lila!

Todo es así en estos majaderos tiempos. El PP nombra presidente de la Comisión de Exteriores a Fernández Díaz o fiscal general del Estado a Maza (vaya dos) y no pasa nada, e incluso Ciudadanos y PSOE se encogen de hombros. El hoy consejero de Hacienda del Gobierno de Aragón, Fernando Gimeno, niega al Ayuntamiento de Zaragoza todo lo que él mismo reclamaba cuando se ocupaba (es un decir) de las cuentas de esta última institución. Se multiplican los siniestros domésticos por culpa de la pobreza energética (o de la pobreza a secas). El recibo de la luz no para de subir y subir (ahora porque (dicen) estamos vendiendo mogollón de energía a Francia, donde andan revisando sus famosas centrales nucleares.

Existe una interpretación de las cosas (o sea, de las cosas raras), según la cual todo es culpa del populismo, y en España de Podemos. Será por eso que las investigaciones sobre las 845 viviendas recalificadas y los cien millones procedentes del erario que supuestamente beneficiaron a los familiares de Gabriel Amat, alcalde de Roquetas, presidente de la Diputación Provincial de Almería y miembro de la dirección nacional del PP, han ocupado la centésima parte del espacio que mereció la venta legal de una VPO por el podemista madrileño Espinar.

Aquí hay gato encerrado.
 

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