martes, 30 de abril de 2013

Pobre Rudi... Me la sacaron de quicio 20130430

Ayer estuvieron en Zaragoza Pepa Bueno y Gemma Nierga. Hicieron aquí su programa matinal, ante el público que llenaba el salón de actos de Ibercaja. Primero las dos colegas sentaron frente al micrófono a don Amado Franco, gran jefe de la susodicha entidad. El banquero venía avisado y anduvo finísimo, amabilísimo y buenísimo. No hay que encabronar demasiado el personal, no señor. Por eso el baranda salió de su entrevista relajado y sonriente. Luego le tocó el turno a la presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, y ahí la situación dio un giro... ¿dramático?, ¿cómico?. No sé qué decirles, pero tras un interrogatorio que debió hacérsele interminable, abandonó el escenario hecha un manojo de nervios y con un careto de lo más cerrado en banda.

¿Qué le pasó a la señora Rudi? Pues que le hicieron una entrevista. No una de esas en plan borde, ni mucho menos. Bueno y Nierga no le aplicaron el tercer grado ni la presionaron en exceso ni le sacaron a relucir asuntos particularmente raros. Pero el diálogo a tres fue indudablemente una entrevista, con preguntas directas (sobre los sobresueldos del PP, por ejemplo), repreguntas, observaciones y la profesionalidad que se les supone a dos periodistas consagradas. Eso no lo pudo soportar nuestra Luisa Fernanda (acostumbrada a ser tratada con exquisito cariño). Menos todavía cuando sus regios desplantes provocaron abucheos por parte de los espectadores. Tensa, agobiada, ultrajado su recto sentido de la autoridad, nuestra amada jefaza tuvo por fin un horrible lapsus linguae y se definió a sí misma como "desvergonzada" cuando quería decir "desconcertada". ¡Virgen del Amor Hermoso, qué momento tan extraño! ¡Desvergonzada! Y encima el lío que se hizo la pobre al intentar explicarse. ¡Arrrggg!... Aún no me he repuesto del sobresalto, se lo juro.

En fin, señora Rudi, así es la vida en democracia. Aunque siempre queda otra alternativa: avise al delegado del Gobierno y que les meta un multazo a Pepa y a Gemma. Una buena entrevista, ya lo ha podido comprobar usted misma, se parece muchísimo a un escrache. Intolerable, ¿verdad? 

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