sábado, 21 de febrero de 2015

Así no hay manera de aceptar el sistema 20150221

Lo leí en un diario (de los que gustan a la gente de orden, ojo): "La sede del Gobierno autónomo (de Madrid) fue un auténtico nido de piratas". La cosa iba del espionaje en el seno del PP capitalino. Según parece, el hoy imputadísimo Francisco Granados montó una trama para conocer las actividades privadas de otros cuadros del partido. Todo ello en el contexto de la pugna entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Un nido de piratas, sí. Y les hablo de Madrid y el PP, pero si quieren menciono Andalucía y el PSOE, Cataluña y CiU, o incluso Aragón y la nómina de los partidos que han gobernado su famosa autonomía.

En este plan el sistema sigue siendo insalvable, aunque ahora se presente como la única opción posible (y si votas lo imposible, allá tú). ¿Son necesarios los partidos? Sin duda. ¿Es preciso que las instituciones gocen de la complicidad de la ciudadanía? Seguro que sí. ¿Podemos prescindir de la política en su versión democrática? De ninguna manera... Pero partidos, instituciones y democracia han de estar limpios, ser transparentes, defender a la ciudadanía y representar los valores más elevados. Si no...

Respecto del último escándalo sindical (y tampoco me olvido de los constantes escándalos de naturaleza patronal), pienso lo mismo. Los sobresueldos a los altos cargos de la organización de CCOO en la banca y el dineral que la susodicha gastaba en actividades operativas (14 millones en cinco años, casi tres kilates por temporada) han de causar por fuerza perplejidad y sospecha. Y vuelta a lo mismo: ¡claro que los sindicatos son imprescindibles (y más ahora, cuando caen chuzos de punta)! ¡Cómo podrían los trabajadores quedarse sin instrumentos colectivos para defender sus atropellados intereses! Pero, por favor, con claridad, con honradez, con dignidad.

Es cierto que en este país la gente ha sido muy renuente a la hora de militar en política o de actuar en la esfera sindical. Malo, muy malo para todos. Sin embargo, viendo lo que hay, ¿quién podría reprochar su absentismo a los que hoy contemplan atónitos e indignados los resultados de tantos años de piratería?

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