lunes, 2 de febrero de 2015

Debatir en medio del fuego cruzado 20150202

No es fácil mantener la coherencia. Uno puede celebrar que PP y PSOE cierren un nuevo pacto antiterrorista, pero a renglón seguido ha de expresar su recelo respecto del contenido de dicho pacto. ¿Por qué? Pues porque el actual Gobierno es experto en legislación genérica que lo mismo puede servir (en el asunto que nos ocupa) para afrontar la violencia yihadista que para reprimir en condiciones excepcionales cualquier protesta social radicalizada. También porque los excesos policiales han dejado de ser una rareza: a los terribles sucesos documentados en el ya famoso reportaje Ciutat Morta hay que sumar otros casos en los que unidades y agentes (de las locales, de la Nacional y de las autonómicas) se han pasado de la raya. Hablo de corrupción, del fallecimiento de detenidos en circunstancias oscuras, de torturas o incluso de falsificación de pruebas científicas. No es lo habitual. Aunque produce cierto vértigo saber que el testimonio ante los tribunales de un policía prevalece sobre el de cualquier ciudadano.

El debate en los foros (desde las barras de los bares a Twitter) es un laberinto. Quienes ayer se descojonaban de los criterios paritarios y las listas cremallera, hoy resaltan el machismo de Syriza, al no incluir una sola mujer en el Gobierno griego. Quienes desdeñaban las constantes corruptelas de los suyos (pongamos por caso los viajes por cuenta del Senado del actual presidente extremeño), se rasgan las vestiduras al comentar la que ellos llaman beca de un dirigente de Podemos (en realidad un contrato temporal por un modestísimo sueldo). Quienes aplaudían hasta romperse las manos cuando los jefes inauguraban aeropuertos absurdos, promovían grandes premios automovilísticos, levantaban megaedificios emblemáticos u organizaban carísimos festivales y eventos, ahora reniegan de todos y contra todos. Para colmo está empezando a desarrollarse una teoría interesada, según la cual la corrupción y el despilfarro tampoco han sido para tanto ni por supuesto han gripado el sistema ni han puesto en crisis el entramado político. ¡Y aún no han empezado las campañas electorales!

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