martes, 19 de mayo de 2015

Corrupción es la palabra que unos pronuncian a menudo y otros... no 20150519

En los mítines del PP, del PSOE y del PAR (los tres partidos que más responsabilidades de gobierno han tenido en Aragón durante los últimos lustros) apenas se pronuncia la palabra corrupción... o no se pronuncia en absoluto. Los conservadores presumen de llegar a las urnas con las manos limpias. Los socialistas aluden ocasionalmente a la amnistía fiscal, a los bárcenas y los ratos, pero no pasan de ahí. Los regionalistas se venden como paradigma de políticos a ras de calle, honrados a carta cabal... Pero el discurso gira ciento ochenta grados cuando se escucha a los portavoces de Podemos, cuyo líder, Pablo Echenique, ha levantado ampollas con sus duras acusaciones a los partidos de siempre. CHA exhibe su inmaculada trayectoria, como IU. Se supone que Ciudadanos también vende regeneración. Y ayer Rosa Díez reivindicó para sí y los suyos el papel de estrictos barrenderos. "Nosotros hemos encabezado y protagonizado más que nadie la denuncia sistemática de los corruptos. Por eso nos quieren echar del sistema democrático".

Escuchar mítines en los que los oradores se suceden en la tribuna sin que ninguno de ellos entre a fondo en el tema de la corrupción (evidente causa de la desafección ciudadana) resulta extraño, anormal. Uno sale de estos actos con la inevitable sensación de que se ha hurtado un aspecto esencial del momento político que vivimos. Entonces, si comentas la circunstancia con algún dirigente de lo que podríamos denominar fuerzas sistémicas, te responden que bueno, que sí, que quizás esté la ciudadanía alarmada ante gürteles, ERE, chanchullos, cajas de ahorro reventadas, púnicos, exministros y expresidentes autonómicos procesados... y todo lo demás. ¡Ah!, pero Aragón es otra cosa. Esto, te dicen, no se parece a la Andalucía taladrada por las redes clientelares, ni a la Valencia convertida en un crematorio inmobiliario, ni a esa ciénaga que cubre Madrid y su periferia. En Aragón, oye, tampoco hemos tenido grandes escándalos, y los que pudo haber están siendo resueltos por la Justicia. Escuchas este argumento y te quedas un poco a cuadros. Porque la cosa no es así, no exactamente.

Es significativo que desde antes de la campaña corren por ahí denuncias y dossieres anónimos (alguno hecho de manera muy profesional) que afectan a dirigentes y destacados candidatos (de la derecha). Pero no hace falta rebuscar en los basureros habituales, los juzgados tramitan en estos momentos importantes procesos por corrupción: La Muela, Plaza (donde están imputados exaltos cargos socialistas), la gestión de la CAI, las diversas prevaricaciones locales... A lo que hay cabe añadir escándalos semiocultos o investigados de manera demasiado superficial. Hemos visto derrumbarse una caja de ahorros (la ya citada CAI) saqueada literalmente por directivos, políticos bien situados y poderes fácticos que entraron en la rebatiña para llevarse la parte del león. El suceso fue objeto de una investigación parlamentaria y tal es la hora en que se carece de un relato coherente de lo sucedido. En este asunto se han ocultado los datos relativos a la compra de sociedades o la participación en las mismas, los créditos temerarios adjudicados por la entidad a ciertos personajes, los préstamos o ayudas a fondo perdido a partidos y organizaciones... Aún no sabemos gran cosa, ni de este tema ni de otros relacionados con las subvenciones públicas a empresas, las recalificaciones de suelo o la contratación de servicios por las administraciones. Aragón no es el oasis de la honestidad, en todo caso un espejismo.

Por eso, cuando Echenique se va a Huesca, se reune con los bomberos forestales y denuncia que Sarga (la sociedad pública resultado de la fusión de Sodemasa y Sirasa) es una agencia de colocación del PAR, tal vez resulte brusco o aparentemente demagógico, pero sólo dice lo que ya es vox pópuli.

Si Podemos y Zaragoza en Común (cada una por su parte) rentabilizarán, o no, sus rotundas acusaciones a diestro y siniestro y sus propuestas rupturistas está por ver. De momento su radicalidad ahuyenta a los llamados agentes económicos, a los que no gusta este tipo de populismo de izquierdas (a lo mejor el de derechas sí). En las reuniones con directivos y ejecutivos que monta ADEA, el centroderecha arrasa. Rivera o el mismo Aliaga, llenaron. Sin embargo, ayer, Pedro Santisteve (Zaragoza en Común) atrajo sólo a unas decenas de oyentes, ante quienes mantuvo una actitud dura.

Luego está lo del cara a cara entre Eloy Suárez el del PP, y el susodicho Pedro Santisteve. Aquél lanzó el desafío, éste recogió el guante. Y ahora andan dándole vueltas a las condiciones del evento. Unas condiciones, por cierto, cada vez más rebuscadas. El de Zaragoza en Común desea que se haga en un espacio público ante gente que pueda preguntar. El conservador replica que él prefiere ser interrogado por un grupo de periodistas, en plan profesional. Periodista también ha de ser el moderador. O la moderadora, pues Santisteve quiere que sea mujer, mientras Suárez exige que pertenezca a la plantilla de Aragón Televisión. En fin, eso cada vez se parece menos a un auténtico cara a cara.

Rosa Díez, la jefa de UPD, mitineo en Zaragoza. En plena calle y ante unas pocas decenas de seguidores. Daba un no se qué, verla allí clamando en el desierto. Antes, en Alcañiz, explicó su particular teoría de la conspiración: entes muy poderosos, afirma, han ido a por ella, utilizando los medios informativos y destruyéndola mediante encuestas manipuladas, una campaña de descrédito y una artera siembra de bombas de relojería en el propio seno de su organización. Bueno... convengamos en que, si no hubo conjura en las sombras, algo sí pasó. Un buen día (justo cuando el eurodiputado Sosa Wagner reclamo la alianza con Ciudadanos) Díez pasó a ser triturada por los medios y comentaristas que hasta entonces venían exaltándola. De repente descubrieron que era personalista, engreída y autoritaria. Gran novedad. Los sondeos a la baja vinieron después, claro. Y tal vez no necesitaron demasiada manipulación porque la marca UPD se ha venido abajo con una rapidez inusitada. Así funciona la máquina. Que se lo pregunten a Podemos.

Hoy, mogollón. Me he acreditado para lo de Rajoy. Pero igual acabo yendo a ver a Albert Rivera. No sé... Me pica más la curosidad.

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