viernes, 1 de mayo de 2015

Hay filtraciones porque falta transparencia 20150501

El secreto fiscal es en España una garantía formal de aplicación arbitraria. Puede protegerte, o no. Ahora, el presidente del Gobierno asegura que sería inaceptable la publicación de la lista de los 700, esos personajes públicos que se acogieron a la última amnistía fiscal y lograron legalizar sus fortunas a muy bajo coste (aunque aún podrían ser investigados sobre el origen de la pasta). O sea, los de la "repera patatera", que dijo el desenfadado director de la Agencia Tributaria.

He leído a colegas que consideran el secreto fiscal una condición de la democracia. Si dicho secreto --dicen-- se rompe (como en el caso de los Pujol o de Rato... ¿o de Monedero?), las instituciones fracasan y sus responsables quedan a la altura del betún. La utilización discrecional de las filtraciones --reconocen-- es una irregularidad y un evidente abuso (por supuesto el ministro Montoro maneja el tema a su antojo). Vale. Pero esta manera de ver las cosas chirría si la contextualizamos con la actualidad española, la que nos abruma desde los titulares de los medios (gracias, casi siempre, a las dichosas filtraciones... ¿cómo, si no?). Podríamos enfocar la cuestión desde el ángulo opuesto: el secreto, en realidad, nunca es democrático.

Me canso de recordar que en Noruega (y no es el único estado que lo hace) los datos fiscales de todos los ciudadanos son públicos y están disponibles en la web de su Ministerio de Hacienda. Es un ejercicio absoluto de transparencia en uno de los países cuya democracia exhibe la mayor calidad posible en este perro mundo. Allí la corrupción es mínima, y cada cual cumple con sus obligaciones fiscales, que por cierto son rigurosas y muy progresivas. Es cierto que los nórdicos no parecen tan celosos de su intimidad económica como los españoles. Pero a cambio saben que los ricos pagan y que el sostenimiento de su inigualable Estado del Bienestar no corre solo a cargo de los trabajadores por cuenta ajena y autónomos asimilados.

La transparencia garantiza la igualdad y por tanto la libertad. Gran parte de lo que ocurre en España es consecuencia del secreto, que ampara tantos abusos. Filtraciones incluidas. 

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