miércoles, 1 de junio de 2016

¡Esto no pasa en ninguna parte! 20160601

Pues sí, sí que pasa. Esas exclamaciones de la gente bien (o de la gente mal), afirmando que en España ocurren cosas impensables en otros países de nuestro entorno, no suelen tener fundamento. Salvo, quizás, en lo que se refiere a la corrupción, porque en el resto de Europa e incluso en Estados Unidos hay, ante todo, una opinión pública más exigente. Es la clave. En los papeles de Panamá han aparecido empresarios y políticos de España, de Reino Unido o de Islandia. Puertas giratorias existen en todo el planeta. Exmandatarios metidos en asuntos feos, también. No crean que Felipe González o José María Aznar son los primeros que promueven negocios ante dictadores o genocidas (de traca lo del ¿socialista? en Sudán). Eso sí, por ahí fuera el personal se toma estas cosas más a pecho que aquí. En un ámbito civilizado y democrático, Mariano Rajoy o Susana Díaz no se hubiesen sostenido en sus cargos tras saberse hasta qué punto han estado rodeados de prevaricaciones, manejo de dinero B o malversaciones de caudales públicos.

España no es el país más descentralizado del mundo ni el único donde se producen tensiones entre territorios. En Alemania, Baviera y Carintia son estados libres asociados y la pugna entre norte y sur es algo habitual. En EEUU, cada estado se maneja con un código penal distinto (pero muy distinto). Y ya saben lo que sucedió en Gran Bretaña con Escocia.

Donde reina la libertad de expresión, vejar la bandera nacional no es delito. El Supremo USA lo certificó así, exonerando a quienes prenden fuego a las barras y las estrellas. La misma apertura implica que las filtraciones relativas a la situación fiscal de uno u otro ciudadano (como aquella que enfrentó a Montoro con Aznar) no tendrían sentido en Noruega, donde las declaraciones de todos, ricos y pobres, están visibles en la web de Hacienda.

No somos, ni de lejos, el único estado europeo donde puede no gobernar el partido más votado. Y desde que la reina Isabel II y el Príncipe de Gales, estrecharon la mano de Gerry Adams, ver a un exterrorista en las instituciones no resulta excepcional.

En todas partes cuecen habas. 

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