lunes, 27 de junio de 2016

Parecido... pero no igual 20160627

Al final de la noche, Mariano Rajoy estaba exultante. Como todos en el cuartel general de Génova. El PP recupera catorce escaños en el Congreso de los Diputados y más de cuatro puntos en porcentaje de voto. Lo más parecido a una victoria, si no fuese porque sigue necesitando el apoyo de otras fuerzas políticas para conseguir investir al presidente del futuro gobierno. Las miradas se vuelven una vez más hacia el PSOE, donde Pedro Sánchez evitó el sorpasso por parte de Unidos Podemos, aunque se dejó por el camino cuatro asientos en el Hemiciclo. Con los de Pablo Iglesias bloqueados y sin obtener mayor rendimiento de su coalición con Izquierda Unida, el centroderecha ganaba terreno al centroizquierda, sin llegar a romper del todo el equilibrio por el retroceso de Ciudadanos, muy castigado por la ley electoral.
Rajoy necesita a Sánchez

Al final de una noche de nervios, en la que las encuestas a pie de urna fallaron como nunca, todo seguía parecido, aunque no igual. Rajoy, por supuesto, se consolida como líder indiscutible del PP. Más complicado lo tiene Sánchez en el PSOE, salvo por dos circunstancias: que ha mantenido a su partido como segunda fuerza, y que su principal rival, la andaluza Susana Díaz, ha perdido la batalla de Andalucía frente al PP, que le arrebató dos diputados. El dilema del secretario general socialista vuelve a ser el del 20-D, y se refiere a la política de pactos. Es improbable que Ciudadanos se muestre ahora tan accesible como entonces, y el cambio progresista que pudiera proponerle Unidos Podemos necesitaría la complicidad de los nacionalistas catalanes. ¿Entonces? O intenta otra jugada a tres bandas que precisaría, como ya pasó, el plácet del podemismo... O permite que el PP ejerza el derecho de investidura que le otorgaría su condición de formación más votada.

La gente de Iglesias se las prometían muy felices. Todo parecía fácil. Las encuestas les llevaban en volandas... Pero a la hora de la verdad, las rotundas victorias en Cataluña y el País -Vasco no pueden disimular el hecho de que en otras comunidades la euforia se cortó en el último momento, en el decisivo: el del recuento. Ni siquiera funcionó la suma de los anteriores votos de Podemos con los de Izquierda Unida. La coalición no funcionó como factor movilizador. 

Tampoco fue la noche de Albert Rivera. Quiso ocupar el centro y convertirlo en un bastión de Ciudadanos. Pero ayer comprobó que el centro nunca es suficiente. Obtuvo un porcentaje de votos similar al de diciembre, pero la ley D’Hont le jugó una mala pasada. Ocho escaños menos en el Congreso casi parecen una derrota. Ha quedado claro que su partido y el PSOE no han rentabilizado en absoluto el ineficaz pacto que suscribieron en febrero. 

Pactos en el aire

Como en cada noche electoral tocaba sacar pecho o al menos encajar el golpe. Uno a uno, los líderes salieron a la palestra. Ninguno de ellos mostró intención clara de revisar y modificar la política de pactos que ya mantuvieron a partir del 20-D. No es verosímil que puedan sostener tal actitud de aquí a los próximos días. 

Mariano Rajoy, por supuesto, se sentía anoche tan ganador que no cabía suponer rectificación alguna en su estrategia de «yo soy el primero, y se acabó». Salió con todos los suyos al balcón de Génova entre gritos de ¡Presidente!, ¡Presidente! y ¡Sí se puede!. Iba como una moto. O estaba muy emocionado o venía de festejar el triunfo. Antes, Sánchez y Rivera le habían felicitado telefónicamente por su victoria, detalle que tal vez pudiese ser interpretado como un reconocimiento de algo. 

Por su parte, el líder del PSOE habló lleno de rabia y orgullo por haber dejado atrás a Podemos. Es evidente que para los socialistas no había otro objetivo que parar el famoso sorpasso. El hecho de que el PP les hubiese dejado a cincuenta y dos escaños de distancia quedaba en segundo plano.

Iglesias hubo de reconocer que esperaba mucho más. Sin autocrítica. Aseguró que seguirá adelante, con los mismos objetivos. Rivera se mantuvo en la misma línea y reclamó el cambio de la ley electoral.

Ahora viene lo más difícil: alcanzar algún acuerdo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario