miércoles, 15 de junio de 2016

Lucha por parejas: Rivera contra Rajoy y Sánchez contra Iglesias 20160615

¿De qué se habla el día después del debate? Pues del debate, por supuesto. Según una teoría, es posible darle la vuelta al resultado de un cara a cara (sea a dos o a cuatro) movilizando durante las veinticuatro horas siguientes opiniones que apuntalen la victoria o derrota de quienes han intervenido en él. De ahí que los cuatro partidos involucrados en el juego se pasaran el día de ayer proclamando ganadores a sus correspondientes candidatos. Cabe la duda de si sus interesadas valoraciones se sobrepondrán a la opinión en red de las más de diez millones de espectadores (once millones en el minuto de oro) que vieron total o parcialmente el encuentro. En todo caso, tras la noche del lunes la campaña ha tomado un cariz diferente. Ahora se asemeja a una pelea por parejas, en la que PSOE y Ciudadanos, unidos por su acuerdo de enero y su voluntad de reivindicar y ensanchar el centro político, se abalanzan, respectivamente, contra Unidos Podemos y el PP. De repente, Pedro Sánchez y Albert Rivera intercambian argumentos. El primero proclama la necesidad de un cambio razonable llevado a cabo por partidos serios y fiables. El segundo acusa a Mariano Rajoy y a Pablo Iglesias de articular... la tan manida pinza «desde los extremos».

EL CENTRO NO ES SUFICIENTE

PSOE y Ciudadanos tienen un problema bastante obvio: el centro es un lugar mucho menos amplio de lo que parece. Por eso ambos partidos no sumaron para investir presidente en febrero y seguirán sin sumar tras el 26-J, a tenor de lo que avanzan todas las encuestas. Ahí radica el drama. En un mitin celebrado ayer en Gijón, con Sánchez como protagonista, el presidente de Asturias y líder socialista en dicha comunidad, Javier Fernández, agitó el lema antifascista «¡No pasarán!»... pero dirigiéndolo contra el podemismo. A su vez, en Salamanca, Rivera descartó definitivamente la posibilidad de ir a un ejecutivo de cambio si Rajoy hubiera de presidirlo. Se trata de ampliar el espacio central, de expandirse a izquierda y derecha, de romper las fronteras de un territorio sobrevalorado por algunos analistas, y donde se sueña con una democracia tranquila, difícil de sostener en estos  tiempos de vertiginosas transformaciones, crisis, desigualdad y descrédito de las instituciones. 

HAY QUE SEGUIR LAS REGLAS

Naturalmente, PSOE y Ciudadanos quieren frenar la polarización de la campaña. Rivera y su equipo son quizás más conscientes que Sánchez y el suyo de que el centro no vale gran cosa cuando se han perdido las alas. El problema actual de ambos líderes es que aquel no ha logrado penetrar en la derecha, donde el PP sigue dominando gracias a la fidelidad de sus votantes, y este otro ha perdido buena parte de la izquierda, empujado por Unidos Podemos. Si no rompen el cerco, si no ganan terreno convenciendo a los indecisos, lo tienen regular. 

Rajoy, por su parte, tan tranquilo. Si en el debate fue capaz de colar no pocas falsedades (empezando  por su negación del sistema de pensiones chino, que sí existe) mientras exigía a los demás «venir aprendidos», luego se ha mantenido aferrado a sus éxitos en la gestión económica. En Roquetas de Mar (Almería) hizo del optimismo una imprescindible virtud ciudadana. Antes, su habitual portavoz parlamentario, Rafael Hernando, se puso en plan gracioso (¡qué cosas!) y llamó «zombi» a Sánchez, «Heidi con coleta» a Iglesias y «veleta » a Rivera. No se río nadie. Quienes viven en Jauja son los podemistas. Íñigo Errejón, su jefe de campaña, lanzó ayer a las redes un vídeo en el que se felicitaba por lo bien que su número uno, Iglesias, había seguido durante el famoso debate las reglas acordadas en la preparación del mismo: ante todo, mucha calma. Y lo que queda todavía.

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