miércoles, 23 de mayo de 2012

Mucha ideología (mayormente de derechas) 20120523

Tras su urgente reforma, la asignatura Educación para la Ciudadanía ya no se llamará así, pues parece ser que el término ciudadanía resultaba ideológicamente sesgado (¿?). A cambio, su contenido pasará a recoger de manera explícita la defensa y elogio de la propiedad privada, además de eliminar cualquier crítica a la intolerancia política, cultural, racial y sexual, así como a la pobreza, la desigualdad y otras lacras que el ministro Wert considera una invención izquierdista. Todo lo cual (más otras perlas que se han conocido a través de los medios) tiene por benéfico objeto poner fin al perverso adoctrinamiento que el Gobierno del incauto ZP introdujo en la polémica materia.

Lo que más llama la atención es eso de la propiedad privada. ¿Alguien está contestando o poniendo en peligro tal principio? Si es así lo debe hacer con mucho misterio, pues a fecha de hoy no existe un sólo programa político de algún relieve que ponga en cuestión el derecho de la ciudadanía (con perdón) a poseer bienes, incluidos los llamados bienes de producción. La izquierda actual (pero la izquierda-izquierda, que el PSOE va de centrista) reclama la redistribución de la riqueza mediante un sistema fiscal progresivo o el sostenimiento de un sector público que garantice la igualdad de oportunidades o mecanismos destinados a controlar la actividad económica para evitar prácticas indeseables (fraude fiscal, especulación, estafas financieras y otros delitos). Sin embargo hace decenios que ningún partido exige la abolición de la consagradísima propiedad privada.

Rebotes integristas como éstos que sacuden y galvanizan al PP sólo se producen en el marco de una aguda lucha ideológica. Las diversas opiniones sobre la masiva huelga de ayer en la enseñanza revelaron esa intensa pugna, que el Gobierno Rajoy y sus terminales regionales llevan al paroxismo. No está en discusión el mejor futuro de la educación pública (y el de la sanidad), sino el ser o no ser de la misma. Porque el conservadurismo más radical se ha empeñado en una lucha descarnada cuyo objetivo es privatizar absolutamente lo individual y lo colectivo, sin concesiones ni compasión. Es evidente: la ciudadanía corre peligro.

JOSÉ LUIS Trasobares 23/05/2012

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