viernes, 9 de agosto de 2013

¡Ah!, si se pagase por trabajar... 20130809

Cualquier exageración sarcástica que se nos pueda ocurrir a los periodistas más calenturientos y desprejuiciados puede acabar convirtiéndose en una propuesta del FMI o de Bruselas o de la mamá que parió a los altos burócratas de las políticas económicas. Yo mismo suelo hacer coñas sobre la utilización de una fórmula magistral y definitiva para acabar con el paro: que los trabajadores por cuenta ajena paguen su privilegio en vez de cobrarlo. Sería la última consecuencia de esa filosofía que pretende incrementar la competitividad de España por la vía de reducir costes salariales (en vez de utilizar la innovación tecnológica y una mejor organización de los procesos productivos). Total, si tener un empleo ha pasado a considerarse una gran suerte y si ha desaparecido todo complejo en relación con los derechos laborales, dejémonos de chorradas y admitamos que los currantes no pueden aspirar a tener ocupación y encima (¡encima!) llevarse un sueldo. Que se esfuercen, oye, que los pongan (los euros, quiero decir) y ya verás cómo en las oficinas de empleo se forman colas de empresarios reclamando mano de obra... Bueno, pues tan desaforada caricatura está a punto de instalarse en el imaginario oficial global. Por supuesto, quienes elaboran dicho imaginario jamás se aplicarán a sí mismos sus inuditas teorías. En este mundo traidor nadie predica ya con el ejemplo.


De momento, los interlocutores sociales españoles han rechazado la rebaja salarial del 10% (rebaja sobre rebaja, que los salarios llevan cayendo desde hace años) sugerida por el FMI. Pero la patronal sí quiere reconvertir los contratos indefinidos en temporales y manejar los sueldos en función del beneficio. Aquí ya no se corta nadie a la hora de pedir el retorno a la Edad de Bronce del capitalismo. Evolucionamos tan deprisa, que pronto volveremos a los usos laborales del siglo XIX: los jornaleros en la plaza esperando cada día que venga el señorito o su capataz a decirles "tú sí, tú no".

Por suerte la crisis está en vías de solución (según dicen el Gobierno y los servicios de estudios de la banca privada). Y si no, a pagar. O sea, más aún. 

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