Ya pueden jurar ustedes que si algo de lo que hace el Ayuntamiento de
Zaragoza (o sea, su equipo de gobierno) puede salir mal, seguro que
saldrá mal. Puro Principio de Peter. Juan Alberto Belloch es un
hombre imaginativo y con ganas de hacer cosas, pero no tiene suerte a la
hora de convertir sus ideas en realidad. Bueno, sus ideas y las de sus
colaboradores. Se plantearon, por ejemplo, transformar y mejorar la
movilidad en la Ciudad Inmortal. Un plan estupendo, que ha ido
desarrollándose mejor que peor, eliminando coches del centro, poniendo
en marcha el tranvía y favoreciendo el uso de la bici. Mas ahora, con la
remodelación de las líneas de bus, ha pinchado en hueso. Y eso que los
cambios se pusieron en marcha el día 1, que es la fecha más fácil. A lo
mejor resultó gafe por coincidir con la increíble (porque nadie pudo
creérsela) explicación de Rajoy sobre el caso Bárcenas.
Los trabajadores de TUZSA quisieron hacerse cargo ellos, directamente,
del servicio de autobuses. En la Casa Consistorial dijeron que eso no
era posible pues hay que aportar unas garantías financieras fuera del
alcance de los currantes. En realidad, ni el alcalde ni sus consejeros
querían bajo ningún concepto tener que vérselas en el futuro con los
representantes de una plantilla que tiene fama de combativa y puñetera.
Así que a TUZSA le renovaron la concesión aunque ya no era TUZSA
(Transportes Urbanos de Zaragoza SA) sino UZ (Urbanos de Zaragoza). De
inmediato la nueva empresa anunció un ERE monstruoso (que ha
puesto los pelos de punta a los posibles afectados), y se planificó una
reorganización de líneas (que no ha dejado satisfecho a casi nadie). Lo
dicho, la maldición municipal.
Zaragoza es la ciudad más
importante que sigue en manos del PSOE, con el apoyo del resto de la
izquierda. Debiera ser pues un escaparate de las políticas progresistas,
un laboratorio donde depurar iniciativas destinadas a mejorar la
calidad de vida de los vecinos, un ámbito de gestión cuidadísimo. Pero
las cosas van medio manga por hombro, no solo porque Belloch y su gente
no dan mucho más de sí, sino porque IU y CHA hacen su labor de memoria y
todos están presos de compromisos y decisiones anteriores o de un
tacticismo compulsivo que se agota en el corto plazo. Eso sí, enfrente
hay una oposición, el PP, cuyos argumentos y obsesiones oscilan entre lo
excéntrico y lo patético. Visto lo que hay (y lo que hubo) en este
ayuntamiento, se hace raro que Zaragoza haya ido tirando hacia adelante y
sea hoy una urbe descontrolada y contraplanificada, pero bastante
habitable.
Si me apuran, lo único que resulta insoportable es
este calor que nos ataca una semana sí y otra también. Pero eso es cosa
del cambio climático... y la voluntad de los dioses.
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