El plan para la movilidad que promueve el Ayuntamiento de Zaragoza se
ha liado definitivamente. La renovación de la contrata de los autobuses
desemboca ya en un conflicto cuyas consecuencias pueden ser graves. La
derecha ataca por los flancos, encantada de disparar simultáneamente
sobre ese tranvía que odia con un inaudito fervor, sobre Belloch,
los sindicatos y todo lo que se mueva. El equipo de gobierno municipal
va dando bandazos (como suele), desbordado (como también suele) por el
problema. CHA e IU miran hacia otro lado, incapaces de hacer otra
política que no sea la de vender su apoyo al PSOE a tanto la
pieza. TUZSA, que ya no es TUZSA sino AUZ, barre para casa con magnífica
ferocidad. El lío es acojonante y los problemas que plantea tan
enrevesados, que dudo puedan ser entendidos por la mayoría de una
ciudadanía incapaz de otra cosa que poner a parir a los políticos,
reclamar soluciones drásticas (las que sean), señalar con el dedo a los
trabajadores que se niegan a pagar con duras rebajas salariales el
precario mantenimiento de su empleo, inhibirse, desesperarse, ignorar
que TUZSA-AUZ no es una empresa local sino que pertenece a una sociedad
de capital-riesgo británica... En fin, que las élites ni saben ni
quieren, y las masas ni entienden ni pueden.
El ayuntamiento
cesaraugustano es un lugar extraño donde todo tiende a complicarse,
incluso lo más simple. Un plan de movilidad renovador no es cosa
sencilla, así que imaginen la clase de barullo a que puede dar lugar.
Integrar el tranvía en la red pública de transporte era el primer reto;
el segundo, organizar bien los autobuses. Pero quienes gobiernan el
municipio querían hacer esto último ahorrando costes y manteniendo la
total hegemonía de TUZSA-AUZ (a mayor gloria de los inversores
británicos). Los empleados de dicha concesionaria intentaron coger
directamente la contrata, pero no tuvieron opción. Nadie la tuvo, salvo
la concesionaria habitual. Ahora, este proceso va camino de culminar en
una huelga de autobuses que desde septiembre podría proyectarse sobre
las fiestas del Pilar.
Qué munícipes tan geniales.
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