sábado, 22 de marzo de 2014

Los que se esconden tras la Guardia Civil 20140322

Desde que existe el instituto armado también denominado la Benemérita, las más rancias gentes de orden han considerado la Guardia Civil cosa suya, una especie de instrumento políticomilitar destinado a mantener las Españas en su sitio: los ricos en la gloria y los pobres resignados. El fenómeno tuvo sus más y sus menos, por ejemplo cuando, en julio del 36, centenares de oficiales y números dieron la espalda al alzamiento, acataron las órdenes de las autoridades legales y llevaron sus tricornios y sus fusiles a las calles de Barcelona y otras ciudades para defender al pueblo y a la República. Franco depuró el cuerpo y lo devolvió a la que él consideraba su función natural: culatazo, tentetieso y cada cual en su sitio.

Ahora, cuando los más reaccionarios se ponen bordes, agitan de nuevo el fantasma de su Guardia Civil. Al actual ministro del Interior, a sus acólitos, así como al director del benemérito instituto se les llena la boca de honor, homenaje y patriotismo. Pero lo que hacen realmente es buscarse una coartada para sus trágicas meteduras de pata y sus mentiras. Como lo que pasó en Ceuta. Nadie había disparado sobre quienes se ahogaban en el mar... Luego se reconoció que quizás sí. Ahora se confirma el lanzamiento de ¡154 balas de gomas! sobre aquellos pobres desgraciados. "Sin tirar a dar", asegura el correspondiente portavoz oficial mientras insiste en escudar su lamentable gestión tras la honra del cuerpo, inmaculada e intocable. Ya.

Hay en la Guardia Civil asociaciones que se rebelan contra la manipulación conservadora de que es objeto el instituto. Mas también hay mandos y números que admiten su papel de brazo armado de la derecha (de la ultraderecha más bien) y creen que estos tiempos favorecen la sublimación de su imaginario. Por eso el hijo de Tejero le hizo a su padre el famoso homenaje, convencido sin duda de que la cosa colaba. Por eso el retoño del golpista ha sido trasladado del puesto que ocupaba pero sigue siendo teniente coronel de la Benemérita. Y así quienes hablan y no paran del prestigio y raigambre del instituto destruyen su credibilidad y su fama. 

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