lunes, 10 de marzo de 2014

Pues sí, el patrioterismo me pone nervioso 20140310

Como se lo digo. La mística de los himnos, las banderas, los idiomas y las fronteras no me va. Será porque soy un indígena de esa modernidad que algunos consideran trasnochada, o porque mi patria es la humanidad.

Además no entiendo a los nacionalistas radicales. Creo que ni ellos mismo se entienden. Estos días, en las Españas de los patriotas, unos y otros se acusan mutuamente de ser rusos en Ucrania (o ucranianos en Crimea). A Rajoy, por ejemplo, le parece bien que el primero de ambos países se libre de Moscú, pero rechaza que el segundo se quite de encima a Kiev. Los centrífugos catalanes también se hacen un lío al comparar su caso con aquél. La reacción más extraordinaria es la de algunos analistas de la derecha superhispánica que han acabado alabando a Putin (el enemigo de Occidente), porque ha sido el que más huevos le ha echado al tema. Impresionante.

Otra cosa lamentable es cómo se pretende darle la vuelta a la Historia (cosa fácil en las Españas, donde el conocimiento del pasado siempre fue tabú). Mucha gente (incluso algún profesional) confunde los momentos y acaba tergiversándolo todo. He leído que Cataluña es otra cosa porque perteneció a la órbita carolingia (¿cuando la Córdoba musulmana era la ciudad más importante y civilizada de la Europa occidental?). O que la alta burguesía catalana, tras regresar victoriosa a Barcelona en el 39, fue oprimida a la postre por el proletariado español, ácrata o socialcomunista, sometido en ese momento por las autoridades franquistas a una pavorosa represión.

Los ultranacionalistas, aquellos que resuelven todo debate sobre la realidad poniendo por delante a la tribu, manejan mitos inaceptables. En Cataluña inventan las más extravagantes patrañas. En la España-España recuperan los clichés de la Restauración, aquel régimen podrido que nos llevó a tambor batiente hacia el desastre del 98 y luego a las terribles guerras de Marruecos, donde decenas de miles de españoles murieron para defender las minas de Romanones, el supuesto prestigio imperial de la patria y el honor de unos militares que acabaron donde acabaron en el 36. Por favor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario