martes, 11 de marzo de 2014

Que sí, que si se quiere, se puede 20140311

Esta España de la poscrisis afronta problemas que algunos pretenden insalvables o sin otra solución que cortar por lo sano. Pero no. Siempre es posible superar las dificultades con buena voluntad, aprendiendo de la experiencia ajena y abriendo canales de participación social. Ahí van dos ejemplos.

Primero: el fiasco de las pseudoprimarias amagadas por el PSOE en Aragón. Bueno, fiasco relativo, porque la dirección regional nunca quiso hacer primarias de verdad. De entrada atornilló el proceso con limitaciones muy superiores a las recomendadas por la última conferencia política del partido. Rechazó la participación de simpatizantes e incrementó el número de avales necesarios para ser candidato. Al final todo ha quedado en nada, salvo ese patético forcejeo sobre los censos de militantes. Esos censos, ¡ay, madre!, que en algunas agrupaciones incluyen a no pocos inscritos... por la puerta de atrás.

En Valencia, sin embargo, los socialistas han hecho unas primarias mucho más sinceras y exitosas. Con dos aspirantes en liza, y abiertas a la participación de 50.000 simpatizantes. Ha vencido el candidato oficial que así gana enteros de cara a las próximas elecciones autonómicas. Entonces... ¿a qué temían los dirigentes del PSOE aragonés?

Segundo: el follón de Cataluña. El asunto mueve pasiones (¡y ay de los que intentamos abordarlo sin pulsiones nacionalistas de ningún signo!, todos nos ponen a parir). Pero ayer, en este diario se publicaba una entrevista con Stephane Dion, exministro quebequés. Desde su experiencia (dos referendos de autodeterminación que permitieron integrar mejor a Quebec en Canadá y resolver la tensión secesionista) explicaba que la única forma de abordar el separatismo es generando identidad plural, propiciando el diálogo, dando prioridad a las fórmulas democráticas y organizando un estado federal. En su país, la fórmula ha tenido éxito. Gran Bretaña la aplicará en Escocia. Aquí, las viejas pulsiones centrípetas han impedido acudir a una solución similar, tan obvia, tan lógica.

O sea, que poder sí que se puede. Pero hay que querer, claro. 

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