sábado, 5 de diciembre de 2015

El centro... ¿es de bronce o de silicona? 20151205

Buscando el centro, Rajoy aterrizó ayer en Ávila. Allí le esperaba Adolfo Suárez, el auténtico inventor del centro democrático a partir del franquismo reformista. Naturalmente, El Duque solo pudo hacerse presente a través de una estatua de bronce, junto a la cual se fotografió el actual presidente en funciones y candidato del PP (en plan ¡hola, colega!), animado tal vez por la presencia de Suárez Júnior. El padre aguantó la escena con la magnífica flema de las efigies. Se reiría para sus adentros, seguro.
En las campañas ya no cabe vender un programa más o menos definido, sino una colección de actitudes, un estilo, una manera de estar, una línea de comunicación trabajada previamente con los coachers. Adolfo Suárez, el padre, podía prometer y prometía. Tomó decisiones históricas. Pero quienes ahora aspiran a mandar en España son conscientes de que no están en condiciones de prometer nada, porque nunca tendrán el poder en sus manos. Desde que la gente vio cómo el Eurogrupo le torcía la muñeca a Tsipras, el griego, quien más quien menos se ha hecho a la idea de que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo, ni aunque el oso sea uno de esos abúlicos pandas que sestean en los zoos.

El centro vuelve, como siempre. Es verdad que algunos geómetras de la política dudan de que tal lugar exista. Pero una y otra vez se convierte en la Meca de las candidaturas. De casi todas. El PP quiere dar una imagen centrada, el PSOE aspira a recuperar el centro progresista, Podemos intentó desde el primer minuto ganar la centralidad política, UPD, Ciudadanos... Bueno, este último partido ha sabido atribuirse mejor que nadie esa virginidad ideológica que permite proclamar que no se es "ni de derechas ni de izquierdas" sin que el personal se carcajee (como sucede cuando es Iglesias quien suelta la gracia). Albert Rivera capta simultáneamente electores que llegan del campo conservador, del socialista e incluso del alternativo. Aunque su mensaje se ubica en las antípodas del compromiso, chisporrotea como un bonito fuego artificial. "A la gente le vuelven a brillar los ojos", dice. Se ha crecido como candidato, se lo está creyendo, ha aprendido mucho, sabe mimetizarse (sin dejar de estar en el centrismo más niquelado) sobre cualquier terreno: liberalismo, laicismo, quincemayismo... Su pensamiento, al igual que su juvenil y saludable aspecto, es silicona de primera calidad perfectamente modelada y texturada (disculpen el palabro) por un equipo de asesores que permanecen en la sombra y de los que nadie habla (ni de ellos ni del crédito del Banco Popular que permitirá financiar la campaña de C's a lo grande).

Sólo Alberto Garzón, el de Unidad Popular, presume abiertamente de ser de izquierda-izquierda. Al último heredero del post-eurocomunismo no le hace falta irse al centro ni a ninguna parte. De perdidos...

Palmo a la izquierda, palmo a la derecha del maravilloso centro, ¿qué dicen los candidatos? Herzog (UPD) echa de menos un auténtico debate político (no le falta razón). Sánchez (PSOE) ha reclamado de los suyos un esfuerzo para lograr "un voto más que el PP", lo que le permitiría pactar el Gobierno (con quien correspondiese) y salvar el cuello. Errejón (Podemos) cree que "la resignación" es el principal hándicap de su partido (y los resignados no subirán al cielo).

Las caravanas se han puesto en marcha. Sin embargo los argumentarios de cada cual tiran de inercia. Al margen de la consabida pelea entre viejos y nuevos, los asuntos más candentes (Cataluña, yihadismo, economía, reforma constitucional y otras actualidades) no acaban de coger el punto de ebullición. Llama la atención que los datos macroeconómicos, tan contradictorios, no hayan provocado mayor polémica. Porque la situación se las trae: baja el paro, pero también la población activa y la población en general (España acaba de perder noventa mil habitantes en un año); están aumentando las afiliaciones a la Seguridad (aunque siguen por debajo de las que había en 2011), pero las cotizaciones han caído y en cuatro años se ha consumido la mitad del Fondo de Reserva; mejora el consumo, pero se están cronificando las bolsas de pobreza, que incluyen no sólo a parados sin subsidio alguno sino a gente que tiene trabajo con un sueldo miserable. ¿Se harán presentes en esta campaña las personas de carne y hueso...? ¿O seguiremos rondando el centro, sea de bronce o de silicona?

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