miércoles, 9 de diciembre de 2015

Tras el debate, ira y sed de venganza 20151209

Aunque se le fue la pinza con lo del referéndum andaluz, resulta que Iglesias le mojó la oreja a Sánchez en el debate. O al menos ése es el veredicto de las redes, los comentaristas y bastantes medios. De alguna forma, en el PSOE también acabaron creyendo que Pablito les había hecho pupa, y ayer mismo, en Coruña, su secretario general, escocidísimo, replicó con efectos retroactivos gritando (vociferando más bien en un alucinante subidón de adrenalina) que a su partido no le da lecciones nadie. En Zaragoza, Susana Díaz le secundó arreándole estopa al de Podemos. Había ira y ganas de revancha. Luego, el líder socialista pudo arreglar los supuestos rotos del día anterior apareciendo por la noche en El Hormiguero, donde Pablo Motos hace virguerías con sus invitados.

Pablo Iglesias sabe tocar la guitarra y entona con estilo las canciones de Krahe. No es mal activo, visto cómo va la cosa. Esta convocatoria electoral ha impuesto un calendario de locos. La campaña comenzó, para empantanarse de inmediato en un puente interminable. Luego, se votará en vísperas de Nochebuena. Con unos resultados que se prevén endiablados, hasta después de Reyes apenas saldremos de dudas. Y además, ésta es la cuarta cita con las urnas en un mismo año (las andaluzas y catalanas se proyectaron más alla de ambas comunidades, alcanzando una dimensión superior). Así que los principales líderes están exhaustos y echan mano de lo que sea. Bien porque temen perder o sufrir un gran retroceso, o porque creen tener la victoria al alcance de la mano. Rivera es el más presionado... por el éxito que todos le auguran. Ya no brilla en los mítines, y en el debate del lunes arrancó comido por los nervios. Las encuestas le animan, pero también le agobian. La posibilidad de acabar siendo el factor decisivo en la investidura del próximo presidente del Gobierno le quita el sueño. En cambio, Iglesias ya sabe que estará fuera de la partida (lo de que podría participar en una especie de tripartito con PSOE y C's es una absurda invención del equipo de Rajoy), y ha recuperado la forma.

Sin nuevas propuestas o argumentos que galvanicen la campaña, tampoco es tan raro que algunos comentaristas y no pocos ciudadanos de a pie lean las apariciones televisivas de los primeros candidatos en claves aparentemente frívolas. Que si el desdichado chaquetón que lució Sáenz de Santamaría en el plató de Antena-3. Que si el traje de novio de Rivera o el encorbatamiento de Sánchez, tan exageradamente formales ambos. Que si el gesto de Iglesias antes de empezar el debate, acomodándose sin disimulo la culera del vaquero... Tonterías, vale. Pero todo cuenta cuando en una campaña en la que escasean los grandes mítines, más de nueve millones de personas se pusieron frente al televisor a ver a los cuatro aspirantes. Bueno, a tres de ellos y a la vice. ¿Concentrará semejante audiencia el cara a cara entre Rajoy el socialista? Será difícil.

Hay otras dos fuerzas políticas, por supuesto. Unidad Popular-IU y UPD, además de los nacionalistas centrífugos, se sienten marginados, objeto de un silencio informativo que objetivamente perjudica sus opciones. Tienen razón. El problema para los de Garzón y Herzog radica en que llevan meses fuera de foco. Lo cual pone sobre la mesa el papel de los medios y el de las empresas o instituciones que realizan sondeos. ¿Se limitan a reflejar una realidad que evoluciona sin cesar y debe ser objeto de constantes actualizaciones demoscópicas, o actúan como agentes interesados, influyendo directamente en la actitud de la opinión pública? ¿Y las redes sociales? ¿Son determinantes, o simples reacciones condicionadas a lo que previamente producen y difunden los periodistas profesionales?

Mariano Rajoy recorre las calles. Su equipo asegura que así el jefe da sensación de proximidad. Sus detractores claman contra el absentismo de un gobernante que, en palabras de Pepe Oneto, deja correr las cosas hasta que los problemas se resuelven solos, o bien se pudren y pasan a la jurisdicción de otros. Pero por muy desentendido que pueda estar el líder del PP, estas elecciones son especiales, van a romper con la inercia política del país y, digan lo que digan los telediarios de TVE (con sus constantes publirreportajes de la recuperación), sus resultados deberán ser gestionados por cada partido en un contexto de enorme inseguridad y una gran volatilidad económica. Ayer, de momento, la Bolsa española tropezó de nuevo. El Ibex 35 cayó por debajo de los diez mil puntos. El descenso paralelo del precio del petróleo parece ser una ventaja relativa, porque también indica que los emergentes se han parado y la actividad industrial en todo el mundo va a la baja.

Será por eso que Rivera se mueve y remueve en tribunas y platós como si le picasen las plantas de los pies. Que Rajoy se hace el ajeno a los asuntos de este terrenal mundo. Que Iglesias respira aliviado porque podrá ver el partido desde la grada opositora y sólo habrá de preocuparse de acabar de cuadrar su variopinta y revuelta organización. Sánchez... Bueno, el del PSOE tiene otras inquietudes: el 20-D será para la socialdemocracia una auténtica prueba de fuego.



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