lunes, 21 de diciembre de 2015

Pactar será muy difícil 20151221

Los pactos serán tan imprescindibles como complicados. Con el bipartidismo fuera de juego, los bloques de derecha e izquierda bastante equilibrados y el voto dispersado en cuatro grandes opciones (además de la importante presencia de los nacionalistas periféricos), todos se quedan muy lejos de la mayoría absoluta, y las posibles combinaciones para acordar algún tipo de gobierno son casi imposibles. El PP sigue siendo el partido más votado, pero con su actual 28,71% y sus 123 diputados en el Congreso pierde, respecto de 2011, más de tres millones setecientos mil sufragios, dieciséis puntos porcentuales y 63 escaños. ¿Victoria? Amarga, pírrica, insuficiente... Mariano Rajoy se queda literalmente en el aire. Necesitaría forjar una gran coalición a la alemana con el PSOE. O refugiarse en una rácana y precaria mayoría relativa con Ciudadanos y algunos nacionalistas moderados. Algo que en la noche de ayer resultaba más bien inverosímil.

Los socialistas, a su vez, con sus 90 escaños y el 22,01%, podrían aspirar in extremis a confluir de alguna manera con Podemos y Ciudadanos (el tripartito de perdedores que los conservadores denunciaban durante la campaña), o bien a cerrar un acuerdo igualmente improbable con Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya (9 diputados), Democracia y Llibertat (8) y PNV (6) para sostener un frágil ejecutivo también con mayoría relativa.

No hay más combinaciones y éstas son casi un delirio. El mapa político español ha sufrido una transformación esencial. Y nadie sabe cómo se podrá gestionar el resultado de todo ello. Mientras se procedía al recuento, ya se hablaba de repetir elecciones al año que viene, aunque esa salida no parece interesar a casi nadie.

Que tanto Mariano Rajoy como Soraya Sáenz de Santamaría afirmasen solemnemente que el PP ha ganado... casi parecía un chiste, viendo los números finales. Sobre todo porque la dinámica electoral que se ha repetido desde la Transición (con variantes pero sin alteraciones sustanciales) ya es historia. Pablo Iglesias podía presumir de ello. Con 69 diputados de la marca Podemos y sus coaliciones en Cataluña (En Comú), Galicia (Mareas) y Valencia (Compromís), la formación morada alcanzaba un notable éxito, irrumpiendo en el Congreso con una potencia jamás vista: más de cinco millones de votos, el 20,65%. Lo mismo cabría decir de Ciudadanos, con 40 diputados y casi tres millones y medio de sufragios, el 13,93%, aunque sus expectativas al inicio de la campaña no llegaran a cumplirse.

El PSOE no se ha hundido. Sigue fuerte en Andalucía y Extremadura y es la segunda fuerza política en España. Se ha dejado dos millones y medio de votos, más de seis puntos y 20 escaños. Pese a todo Pedro Sánchez se habrá sentido aliviado. El problema es que ha sido desbordado por Podemos en las grandes ciudades y en comunidades autónomas fundamentales. El voto joven, urbano y digital ha ido a los emergentes, mientras los partidos tradicionales resistían merced al electorado de más edad, rural y analógico. Aún hay algo más que no debería olvidarse: a Podemos y Ciudadanos, cada escaño les ha costado entre trece mil y veinticinco mil votos más que a PP y PSOE.

Cuando varios suelos se han abierto literalmente bajo los pies de los socialistas, no se sabe qué consecuencias tendrá en el seno del PSOE lo ocurrido ayer. No parece probable que se produzca un asalto inmediato a la secretaría general. Pero las tensiones internas aumentarán sin duda. Cada vez suenan más alto las voces que desde la base reclaman la refundación (más que la simple renovación) del partido.
Podemos ya ha puesto sobre la mesa, por boca Pablo Iglesias, sus primeras condiciones: la apertura de un proceso constituyente que dé lugar a reformas políticas estructurales, incluyendo cambios en la Ley Electoral. Ha sido la fuerza política más votada en Cataluña y País Vasco, lo que le permite ofrecer sus propias fórmulas para provocar un nuevo encaje territorial de España. Ahora bien, primero habrá de demostrar que su futuro grupo parlamentario, obviamente variopinto, está bien encajado.

El recuento de los votos para el Senado avanzaba anoche más despacio. Según los primeros datos fiables, la llamada Cámara Alta no experimentará demasiadas variaciones sobre su composición actual. Pero eso, ahora, es lo de menos.


JLT  21/12/2015

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